El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, participó anoche en la ruptura institucional del ayuno. Durante su intervención ante los invitados describió a Melilla como “un microcosmos donde la convivencia y el respeto entre las personas se hace absoluta realidad”.
Es muy probable que después de su discurso, alguno de los comensales con los compartió platos le explicara que esa convivencia de la que los melillenses nos enorgullecemos es una meta por la que luchamos cada día porque se encuentra constantemente amenazada. Desde eventos que tienen lugar más allá de nuestras fronteras hasta hechos que ocurren a la vuelta de la esquina, siempre existe en nuestra ciudad el riesgo de que la estupidez se abra paso entre la sensatez. Por ello, la convivencia de religiones, el respeto al diferente, nuestra multiculturalidad necesitan de un cuidado constante.
Hoy por hoy, el mayor riesgo para esta convivencia son las enormes diferencias sociales que existen en nuestra ciudad motivadas a su vez por enormes diferencias económicas que llevan a que en sólo 12 kilómetros cuadrados ‘convivan’ el progreso y la exclusión social más extremos.
Otro de los comensales, el consejero adjunto a la Presidencia y responsable de los distritos IV y V, Javier González, podría haber ilustrado al ministro. Él es el encargado desde enero de 2012 de que las diferencias sociales en esos barrios de Melilla sean cada vez menores en relación al resto de la ciudad. A buen seguro que Javier González hubiera estado encantado de explicarle al ministro cuáles han sido sus logros en los últimos dos años y seis meses.
Por otra parte, esos barrios no deberían de ser totalmente desconocidos para Fernández Díaz. Es probable que el ministro no haya olvidado que allí tuvieron lugar unos gravísimos incidentes en enero de este mismo año. Llegaron a los hogares de todo el país a través de los televisores y contribuyeron a dar de Melilla esa mala imagen a la que se refería anoche Fernández Díaz. “Se habla de Melilla demasiado por cosas como las vallas, los problemas de la inmigración irregular y creo que se debería poner el acento en lo que realmente es la esencia de Melilla”, dijo el ministro. La multiculturalidad a la que se refería Fernández Díaz es el premio al esfuerzo diario de los melillenses. Pero no podemos pretender seguir conservando esa ‘convivencia’ y ‘respeto’, que tanto satisfacen al ministro, si nos olvidamos de los serios problemas que afectan a nuestra ciudad. Precisamente, muchas soluciones que necesita Melilla deben salir del Consejo de Ministros en el que está llamado a participar cada viernes Fernández Díaz. Allí está la solución a las carencias de nuestra Sanidad, de allí deben salir las propuestas para acabar con los altos índices de fracaso escolar, en esa mesa hay que plantear medidas para que Melilla pueda tener una relación comercial con Marruecos normalizada...
No es necesario que a los melilleses nos describan nuestros logros. Sabemos lo que somos y lo que nos ha costado conseguirlo. Estamos más interesados en propuestas y compromisos que nos ayuden a conservalo.
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