Política

¿Convivencia o ruptura?

El artículo 14 de nuestra Carta Magna señala que los españoles somos iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, etnia, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Una igualdad legal, jurídica, con la que nadie sensato puede discrepar pero, tan importante es esa igualdad ante la ley como en el día a día, o lo que es lo mismo la igualdad real. Y en ese sentido, tenemos que decir con orgullo que Melilla ha sido y es un ejemplo de armonía, de convivencia, de entendimiento.

Melilla, siendo como es una ciudad crisol de culturas y contando con una riquísima historia fenicia, romana, omeya… es un lugar único en el mundo. Y lo es, precisamente porque esa multiculturalidad tiene su base en la convivencia pacífica y armónica de todos los que formamos parte de ella.

Que haya una convivencia sana, que todos seamos iguales en derechos y obligaciones, que la concordia sea la condición imperante en el día a día es importantísimo en cualquier parte del territorio nacional, pero lo es aún más en nuestra querida Melilla.

Los socialistas tenemos muy claro que hay cuestiones con las que ni se puede ni se debe hacer política. Cuestiones de Estado y de Ciudad, como la lucha contra la violencia de género o la lucha antiterrorista. Pero para mí igual de vital es también la convivencia.

Llegados a este punto quiero poner en valor la aprobación por parte del Gobierno Socialista de la ley de Igualdad de Trato y no Discriminación, que ha permitido prevenir y luchar de mejor manera y con nuevos instrumentos fenómenos como el racismo, la xenofobia, o la homofobia, al tiempo que ha servido para proteger de manera más efectiva a las víctimas en todos los ámbitos de la sociedad: educativo, sanitario, cultural…

El Ministerio de Interior ha hecho de la lucha contra los delitos de odio una de sus prioridades, con la implementación de los Planes de acción de lucha contra esta lacra, que atenta contra toda la sociedad en su conjunto y ponen en serio peligro la normal y pacífica convivencia de todas y todos.

A estas medidas nacionales se suman las muchas actividades e iniciativas que los socialistas hemos llevado a cabo desde la Dirección General de Relaciones Interculturales de la Consejería de Educación, Cultura, Festejos e Igualdad y que no han tenido más objetivo que potenciar la interrelación y el conocimiento mutuo de todos los que formamos esta gran ciudad y fomentar la tolerancia y el entendimiento para que, poco a poco, pasemos de una sociedad multicultural a una intercultural.

Los socialistas pretendemos, con medidas como estas, continuar recorriendo con paso firme un camino cuyo destino final no es otro que garantizar el derecho a la dignidad de todos los ciudadanos por igual.

Quienes creemos en los principios que rigen la democracia defendemos activamente el derecho de las personas a mostrarse tal como son en una sociedad plural y diversa, independientemente de su origen nacional o étnico, sexo o género, ideología, identidad sexual, religión o capacidades intelectuales o físicas.

No debemos olvidar, que uno de los pilares básicos de la convivencia en sociedad es el respeto mutuo entre las distintas personas que la conformamos. Desafortunadamente, algunas formaciones, tanto locales como nacionales, han entrado en campaña electoral a base de mensajes de odio, con campañas dirigidas e enfrentar a las comunidades que conforman nuestra ciudad, empeñados en diferenciarlos y enfrentarlos por cuestiones religiosas, étnico-culturales o por sus preferencias vitales o sexuales.

Partidos que, por prejuicios o por cálculo electoralista, han venido planteando mensajes y acciones que conllevan el menosprecio y el odio contra personas o colectivos por el mero hecho de no cumplir los estereotipos que entienden que deben ser los preponderantes; intervenciones y planteamientos que incitan al enfrentamiento y que ponen en grave peligro la paz social.

Algunas son totalmente burdas como las que nos tiene acostumbrados la extrema derecha, mientras que otras, que vemos en nuestra ciudad de la mano de formaciones tanto nacionales como locales y sus entidades satélites son pretendidamente más solapadas y sutiles, aunque igual de perniciosas para la convivencia de los melillenses.

La convivencia es un bien muy valioso que hay que cuidar, vigilar y defender. Construir una sociedad intercultural, bien avenida, donde las diferencias sean motivo de enriquecimiento y no de discordia, donde reine la armonía lleva años, incluso siglos. Sin embargo, acabar con todo ello, prender la chispa del odio, de enfrentamiento y del rencor es muy fácil. Destruir todo en lo que la inmensa mayoría de los melillenses creemos y hemos contribuido a crear es mucho más fácil de lo que parece. No lo permitamos. No demos alas a aquellos que fomentan el frentismo, la división y el odio. Lo que nos jugamos es mucho más que el color político del próximo gobierno de la ciudad, lo que nos jugamos es el propio futuro de Melilla.

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