Llegó el día. Hoy jueves 30 de abril finaliza el contrato marítimo de cero euros adjudicado hace tres años, no sin polémica, a la compañía Trasmediterránea. El 6 de octubre de 2017 los anteriores dueños de la naviera formalizaron su contrato con la Dirección General de la Marina Mercante por un plazo máximo de 2 años y sin ningún coste para la Administración, pese a que en ese momento el Gobierno de Mariano Rajoy había sacado a licitación el contrato marítimo de Melilla por 17,9 millones de euros, una cantidad superior a la del concurso anterior, que salió en 2013 por 15,4 millones.
Aquella apuesta de 2017 de la ‘antigua’ Trasmediterránea por hacerse con el contrato marítimo a toda costa, asumiendo las pérdidas y apostando, como en su día hizo Armas, por una línea supuestamente rentable, ha dejado luces y sombras en ese servicio público. Los melillenses, en general, perdimos una ruta de calidad (Motril-Melilla) y por un lado tuvimos buena atención, buen servicio, precios competitivos, mayor oferta, pero peores barcos; suspensiones de última hora, veranos sin buques rápidos, horarios complicados... ¿Qué es eso de salir de Melilla a las 23:59 horas y embarcar a las 23:30? ¿Qué pasa con el turista que viene a la ciudad y deja el hotel a las doce del mediodía? ¿Dónde se mete con la maleta 12 horas? Ése, seguro, no vuelve.
En diciembre pasado salió a concurso un contrato puente de un año (del 1 de mayo de 2020 al 30 de abril de 2021) por valor de 3,5 millones de euros. Sin embargo, ninguna compañía pujó por él. El concurso quedó desierto en febrero pasado y lo último que nos contaron las autoridades locales es que estaban en conversaciones con el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana para modificar el pliego de condiciones, de manera que fuera atractivo para las compañías marítimas. Yo añadiría que quien paga, pone las condiciones. Debe ser atractivo, en primer lugar, para Melilla. Pregunto: ¿por qué no añadir la obligatoriedad de que incluyan a melillenses en paro en la tripulación?
Es en este contexto en el que apareció la Covid 19 y lo último que hemos sabido desde el departamento del ministro Ábalos nos ha llegado dos días antes del fin del contrato, avisando de que las navieras Balearia y Transmediterránea-Armas seguirán prestando el servicio público. ¿De verdad los melillenses nos merecemos que uno de los contratos más importantes para esta ciudad llegue en tiempo de descuento?
El ministerio ha asegurado a través de una nota de prensa que las navieras han presentado los horarios en los que operarán en sus conexiones con Almería y Málaga, pero eso es algo que nosotros en estos momentos no podemos cuestionar porque no podemos salir de la ciudad, a menos que le pidamos autorización expresa a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh. Y eso, sinceramente no pinta fácil, teniendo en cuenta la truculenta aventura emprendida por Aberchán para poder ver a su hija.
Hoy estamos en la encrucijada que avanzábamos hace unos años cuando Marina Mercante otorgó el contrato marítimo a los antiguos dueños de Trasmediterránea, antes de que ésta pasara a Armas. Muchos advertimos entonces de que esa jugada era temeraria, pero evidentemente era la oferta más ventajosa para la Administración. Los melillenses le ahorramos 17,9 millones al Estado, pero a cambio el Estado nos obligó a viajar en barcos más viejos. Remodelados, sí, pero sin que hasta hoy sepamos en qué condiciones están sus maquinarias y sus motores. ¿También fueron renovados?
Los barcos son como los seres humanos. Te puedes hacer un lifting y parecer que tienes 30 años menos, pero tu hígado dará cuenta de todo el alcohol que has bebido y tu corazón de todo lo que nos has corrido. En fin, que ahora han intentado colarle a las navieras un contrato marítimo de 3,5 millones y las compañías le han dicho a Ábalos: “Por aquí”. Porque aunque el contrato en total asciende a 10 millones, ésta es una partida inferior al presupuesto de licitación de 2013, cuando estábamos en plena crisis económica.
El problema, en mi opinión, está en que con el coronavirus, es posible que las navieras acepten ahora una cifra similar porque eso no es suficiente, como tampoco lo era el contrato de cero euros, pero algo es mejor que nada. Veremos en qué quedan las negociaciones y si a partir de ahora seremos espectadores de una puja a la baja de las compañías por hacerse con un contrato que es importantísimo para Melilla porque los barcos son nuestra conexión más popular con la península.
Los que recordamos lo mucho que batallaron todos los partidos políticos de esta ciudad que hace unos años estaban en la oposición por un contrato marítimo digno, asistimos estupefactos al espectáculo de un concurso desierto cuando los que están hoy en la Asamblea son los mismos que atizaban entonces al Gobierno de Imbroda por no tener mano en Madrid para que Marina Mercante nos ayudara a tener mejores barcos.
Una cosa es lo que se dice cuando se está en la oposición y otra muy distinta, cuando se está en el Gobierno. La realidad manda, pero también la falta de compromiso de los políticos. Esto no sólo ocurre en Melilla. Es una plaga mundial.
Tengo la sensación de que no hay presión desde la Ciudad para que Madrid saque a concurso un contrato en condiciones. Pero en condiciones favorables para los melillenses. Nuestras líneas con Almería y Málaga son públicas, como públicas son las autovías de España construidas con dinero de todos. ¿Vamos a volver a vivir el desagradable espectáculo de ver cómo se agotan los billetes en Melilla cuando sobran en Nador? De eso estamos hablando, de que no nos mantengan aislados a costa de que firmemos el contrato más beneficioso para la Administración.
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