Constructores de Melilla confiesan que sus obras corren peligro de ser paralizadas ante la subida de las materias primas porque las empresas no pueden asumir las pérdidas que generan los incrementos de costos salvo que lleguen a un acuerdo con el promotor y que éste se haga cargo de ellos.
A eso hay que sumarle otros dos factores que encarecen las obras en Melilla: el transporte y el aforo (entre el 7 y el 10%), según explicó a El Faro Guillermo Remartínez, empresario y presidente de Constructores Asociados de Melilla (Coademe).
En su opinión, habrá obras que se retrasen debido a la escasez de suministros, que él teme que van a ser más fuertes todavía.
Otro problema, explica, es que habrá obras a punto de iniciarse que se paralicen porque el promotor no pueda soportar esos incrementos o bien no exista una constructora que pueda garantizar un precio cerrado de la promoción.
"Hoy en día no podemos dar un presupuesto porque el precio cambia de un día para otro. Toda la industria se mueve con electricidad. Si los precios de la energía siguen subiendo y no hay 'estocaje', todo sube", señala Remartínez, en declaraciones a este diario.
El presidente de Constructores Asociados de Melilla da fe de que el encarecimiento de las materias primas a nivel mundial se nota "muchísimo" en la ciudad.
"Es un problema grave. Ha subido todo. La madera cuesta el doble; el acero un 56%; todos los aislantes han subido un 60%. Han subido el cobre, el aluminio, los tubos, el acero galvanizado... El pladur subió un 4% en octubre y ya nos han avisado que subirá un 8% en noviembre. Todo lo que hagas te va a costar un veinte y pico por ciento más", explica.
En su caso, él había pedido 1.500 metros de solería y le han dicho que si no lo consiguen fabricar antes del 1 de noviembre, el precio que le han dado le sube un 23%.
"He hablado con el arquitecto y con el promotor. Así no puedo. Esto es una locura total. Si me descuido, paro la obra", dice.
Por eso los constructores temen no poder afrontar los compromisos que tienen con la Administración a los precios fijados en el momento de la firma del contrato público porque esos precios ya no son los que se manejan hoy en el mercado y la previsión es que sigan al alza en la próxima primavera, cuando los expertos creen que se estabilizarán, lo que no significa que vayan a bajar, explica Remartínez.
Para los constructores no queda otra salida que reclamar que se considere la subida desproporcionada de los precios de las materias primas como "una causa de fuerza mayor" que permita la adaptación de los contratos firmados al costo real que dependerá del precio de mercado en el momento de la compra.
"Pides el precio y sólo te lo mantienen tres días. Es imposible dar ahora un precio seguro, sin jugártela", recalca.
De ahí que los constructores se planteen sacar los presupuestos con los precios vinculados a los precios de mercado.
Esta situación afecta al ciudadano de a pie especialmente en estos momentos. Tras el confinamiento forzoso de la pandemia muchos melillenses han decidido hacer obras de reforma en sus viviendas, pero con estos precios, alguno habrá que se lo pensará, porque "normalmente la gente espera a que bajen los precios", apunta Guillermo Remartínez.
"Los constructores estamos en racha. El problema más grave es que no tenemos un precio fijo a día de hoy. Vamos a dar presupuestos con validez de una semana. Si hoy te adjudican una obra media de 100.000 euros, no tienes capacidad de acopio de todos los materiales al precio de hoy", insiste.
Lo único que se mantiene estable es el costo de la mano de obra porque hay convenio colectivo. Pero en Melilla, con la frontera cerrada no hay suficientes profesionales como para hacer todas las obras que se nos vienen encima con la llegada de los fondos europeos, lamenta Guillermo Remartínez.
Él espera que a Melilla llegue dinero "para hacer bastantes viviendas", pero se encuentran con la falta de formación del personal.
"Necesitamos albañiles, carpinteros y oficiales. Un albañil no se forma en un año, necesita al menos cuatro años. Esto pinta mal", apunta.
"También nos preocupa tanto a los constructores como al Colegio de Arquitectos la inestabilidad en departamentos de la Administración de los que depende la gestión de las ayudas de fondos europeos. Nos preocupa que no sean capaces de repartir el dinero correspondiente al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia", concluye.