Melilla la Vieja es indudablemente el mayor patrimonio histórico que tiene la ciudad y no siempre se ha respetado y cuidado como se merece. Un recinto de esa categoría necesita una atención constante y un mimo especial por parte de los poderes públicos porque, de lo contrario, el deterioro puede llevar incluso a su desaparición.
Por eso es importante que la Fundación Melilla Ciudad Monumental se haya puesto mano a la obra con el fin no solo de la conservación del Pueblo sino también de mejorar sus servicios de cara al turismo. Como decía el presidente de la Fundación, Francisco Díaz, actualmente un visitante no tendría ni donde comprar un botellín de agua para aliviar el calor durante el itinerario. Y eso hay que corregirlo.
Una reunión técnica, a la que ha asistido el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, se encargó ayer de poner sobre la mesa todos los posibles proyectos a desarrollar y empezar a priorizarlos de cara a los presupuestos de 2024. Es una buena noticia que Díaz le ponga las pilas a la Fundación y que se actúe en una zona tan sensible, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata incluso de dar accesibilidad a los fuertes de Victoria Grande y Victoria Chica.
La ciudadela es nuestro tesoro y todos los organismos públicos tienen la obligación de colaborar en su mantenimiento y también su seguridad interna. Por eso también resulta plausible que se quiera recuperar la vigilancia privada en el primer recinto y que se refuerce la que existe en el resto de la ciudad amurallada.
De hecho, la Fundación Melilla Ciudad Monumental nació con el objetivo de ser un “pequeño ayuntamiento” en esa barriada tan emblemática para los melillenses y que supone punto de visita obligada para los turistas.
Es decir, ese organismo tiene la misión de cuidar el patrimonio, incluso su limpieza, y mejorarlo dotándolo de atractivos que dinamicen sus calles, como la posible musealización de la iglesia de la Purísima, cuyas excavaciones están sacando a la luz aspectos que eran del todo desconocidos de su más que centenaria existencia.
Por otro lado, Melilla debe preservar su historia y festejarla como se merece. Por eso, otro de los asuntos tratados en la reunión técnica fue el engalanamiento del Pueblo de cara a la celebración del 526 aniversario de la españolidad melillense el próximo 17 de septiembre poniendo todo el énfasis, además, en la Plaza de Armas, donde se llevarán a cabo los actos institucionales y donde se desarrollarán las actividades previstas para todo ese fin de semana.
En definitiva, Melilla la Vieja necesita imperiosamente que la Ciudad Autónoma vuelva sus ojos hacia ella y la dote del presupuesto necesario para sacar adelante cuantos proyectos contribuyan a su mejor conservación y dinamización porque ello redundará en beneficios para todos.
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