Editorial

Concertina en mano

  • Ayer volvió a hablarse de la valla de Melilla en el Congreso y del colapso de la frontera

La Comisión de Interior del Congreso de los Diputados aprobó ayer una iniciativa del Grupo Socialista, que pide la retirada de las concertinas de las vallas de Melilla y Ceuta y la paralización de las ‘devoluciones en caliente’ en ambas ciudades.

Casi todos los partidos han apoyado la Proposición No de Ley con que el diputado asturiano Antonio Trevín se despide como portavoz en materia de Interior. Apostó por Susana Díaz y adiós muy buenas.

Sólo el PP votó en contra, asido al argumento de que las cuchillas en la valla las pusieron los socialistas cuando gobernaron. Ignoran el mea culpa lanzado por Pedro Sánchez en diciembre de 2014 cuando enmendó la plana a sus compañeros de partido y reconoció públicamente que había sido un “error” instalar las concertinas en el perímetro fronterizo de las ciudades autónomas. El presidente Mariano Rajoy tenía a tiro de verbo a Sánchez y en febrero de 2015 le espetó a bocajarro: “Cuando gobiernan hacen lo contrario de lo que dicen en la oposición”.

Los melillenses somos espectadores de lujo de todo este largo debate sobre las concertinas en la valla. Ya vivimos en 2013 la polémica cuchillas sí o no. Tal fue la algarada que se montó, que no quedó nadie en la ciudad sin pronunciarse al respecto. Hasta el presidente Imbroda llegó a admitir que “a nadie le gustan las concertinas”, pero invitó a “ser realistas”.

Lo dijo en un momento en que los saltos a la valla de Melilla se producían a diario y la noticia no era ya cuándo iban a saltar sino cuántos subsaharianos venían en camino.

Fueron años duros para los habitantes de esta ciudad, en los que la imagen de los inmigrantes subidos a la alambrada, algunos sangrando, nos enmudecían a todos.

Rajoy pidió un informe al Ministerio del Interior para ver los efectos que causaban las concertinas sobre las personas. El presidente del Gobierno llegó a decir públicamente que no lo sabía.

En noviembre de 2013 se filtró el informe de Interior que no contemplaba la retirada de las cuchillas de la valla de Melilla. Sin embargo, dejaron de instalarse en el perímetro fronterizo.

Ayer volvió a hablarse de la valla de Melilla en el Congreso de los Diputados. Pero también del colapso en la frontera que estrangula la economía local y se aprobó la necesidad de acabar con las ‘devoluciones en caliente’.

Volvemos a sacar del armario el sambenito de violadores de los Derechos Humanos que nos colgaron en los años de presión migratoria. Es hora de que cerremos de una vez este capítulo oscuro de la historia de esta ciudad. No queremos las concertinas ni hablar de ellas.

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