Delimitado por amplías vías como la avenida de Democracia, general Aizpuru o Duquesa de la Victoria, el barrio de Concepción Arenal destaca por su tranquilidad y los comercios y locales de hostelería tradicionales que llevan décadas con los melillenses.
El Faro se ha movido en la zona comprendida entre la plaza de toros y la avenida Duquesa de la Victoria, tramo caracterizado por calles pequeñas, con nombres de pintores principalmente y edificios bajos.
Allí se acaba de mudar Jamal, quien asegura que es un barrio muy tranquilo donde cada uno puede vivir a su manera. Él ha vivido en otras zonas como Cabrerizas, El Tesorillo o Barrio Cuerno y que Concepción Arenal es el mejor.
Explica que tienen todo tipo de servicios cerca: el supermercado, dos farmacias, el centro de la ciudad está a dos minutos andando, hay un parque grande al lado, el pabellón deportivo, la plaza de toros, tiendas de alimentación, etc.
“Muy tranquilo y muy bien, el único problema es el aparcamiento”, dice Miguel, dueño del tradicional negocio de Pachón. Así pues, pide que se encuentre una solución a la falta de aparcamiento y de paso, que baje “un poquito la luz”. El año que viene ya se jubila.
El bocadillo que más venden es el de chorizo de cantimpalo con queso y el de atún con tomate son los que más se venden ¿Y cuál es el favorito de Miguel? “El de jamón ibérico, donde se ponga el jamón ibérico, que se quite lo demás”.
Salvi hace 10 años que regenta una peluquería que usa productos naturales en el barrio. Originaria de Almería, lleva más de tres décadas en la ciudad y ha pasado por numerosos barrios. Sobre el de Concepción Arenal, piensa que es “muy agradable” y considera el barrio como parte de ella, pues son muchos los años que ha estado trabajando ahí.
La gente que acude a su peluquería, explica, son personas que buscan productos libres de químicos o pacientes oncológicos.
Salvi explica que, recientemente, un joven que ha llegado nuevo a la ciudad desde Sevilla y buscando casa por la zona, le preguntó a ella qué tal se vivía allí. “Le dije ‘mira, aquí tengo senadas a las vecinas’, el barrio es un encanto, follones no hay, cruzamos el parque y estamos en el centro, maravilloso”.
“Aquí estamos desde el año 1994”, dice Eduardo, dueño de La Casita de Chocolate. Describe el barrio como una zona tranquila, aunque apunta a que hay menos afluencia de gente.
También hay numerosos ciudadanos que van de paso, ya sea por motivos laborales o porque van a hacer compras. Una de ellas es Mina, que va al fisioterapeuta. Cree que es un barrio muy tranquilo y suele venir para comprar a “la mejor panadería de Melilla”.
Fuad también va al fisioterapeuta y ve que hay muchos servicios en el barrio, como farmacias o ultramarinos. Aunque matiza que para aparcar “es complicado”.
Hilario es malagueño y por motivos laborales viene regularmente a Melilla desde el año 2004. Asegura que esta es una ciudad que admira porque se siente como en casa por la amabilidad y la acogida que le dan los amigos que aquí tiene.
El barrio de Concepción Arenal le recuerda a su infancia. Asegura que le gusta mucho y cree que las calles están “muy bien”. “Estoy encantado, me parece muy bonito el barrio: las casas, las decoraciones,etc.”, dice Hilario. La avenida de Juan Carlos I le parece “preciosa”.
En el barrio de Concepción Arenal, uno de los más antiguos de Melilla, aún hay negocios que persisten al paso del tiempo como la tienda de alimentación Pachón. La evolución “ha sido dura, los supermercados han hecho mucho daño a las tiendas tradicionales, ya quedan muy poquitas”.
Aunque tienen todo tipo de productos de alimentación, Miguel explica que lo que más venden son los bocadillos de embutido y que va a la tienda gente de toda la ciudad porque ya eran clientes de sus padres. “Nos hemos quedado con el embutido, las otras cositas que tenemos, se venden menos”, pues dice que la gente prefiere ir al supermercado. donde encuentra más variedad de productos y más barato.
Eduardo cree que el barrio “va a peor” desde hace años porque ya no hay la misma afluencia de personas que había antes. “El centro está desapareciendo cuando antes era una alegría” y explica que también cierran los negocios que han estado en la zona desde siempre. “Esta zona ya no está como estaba antes, tienes que irte a 10 años antes”.
Insiste en que el centro está “cada día peor” como en todas las ciudades de España, explica, pues dice que los cascos antiguos de las urbes se han quedado obsoletos y las nuevas generaciones prefieren irse al extrarradio donde hay edificios nuevos con ascensores y más variedad de servicios.
“Antes, la gente de poder vivía en el centro, ahora lo que hay aquí son casas antiguas sin ascensores y la población prefiere irse a otras zonas”. Los cortadillos, dice, resistirán hasta que se jubile.
El estado de los edificios de la zona es una pega que ponen algunos residentes o trabajadores de la zona. Salvi, dueña de la peluquería Galatea, señala que el edificio que tiene enfrente está en mal estado y es algo que ha llamado la atención de los clientes que tiene. Asegura que ya ha avisado en numerosas ocasiones a las Autoridades, pero lo único que hace para solucionar el problema es colocar una cinta para impedir el paso de los viandantes. “Yo ya avisé, lo veo en muy mal estado”, dice Salvi sobre el edificio.
También apunta a la poca iluminación. Explica que antes las luces de las farolas eran amarillas y las calles eran muy oscuras, pero ya las están cambiando por luces blancas y se ve mejor, afirma. “Me da miedo, la inseguridad está en todas las calles de Melilla. Parece ser que ya están empezando a cambiar las farolas y se ven luces más blancas y a parte que yo pongo un foco aparte”.
En la avenida Duquesa de la Victoria vive Hassan. A diferencia del resto de vecinos a los que El Faro preguntó, él cree que ahí se vive “regular”. Desde el portal de su edificio, señala todos los problemas de mantenimiento que hay en la zona.
El primero de ellos es la tapa del alcantarillado. Hay que arreglarlo y desde la Ciudad Autónoma le aseguran que es responsabilidad de los vecinos porque está en el edificio, sin embargo Hassan apunta a que está en la acera de la calle.
“La situación de la alcantarilla ha sido denunciada en varias ocasiones y según Medio Ambiente esto pertenece al bloque cuando está en una acera pública”. A ello se suma el problema de que los vecinos no quieren arreglarla tampoco.
La puerta de su edificio es un panel metálico con unos pocos elementos decorativos. En el portal el yeso está desprendido prácticamente por todas las paredes y hay cableado por fuera. El estado de algunos edificios antiguos y de un solar abandonado que hay, critica que se acumula la basura y todo lo que esto conlleva además de que hay menores que se cuelan en la zona. Una vez llegó incluso a haber un incendio, afirma.
“Los edificios que tenemos por aquí abandonados, donde se acumula la basura, tampoco lo quieren arreglar o vallarlo tener lo que tengan que hacer. También duermen los menores y hace poco se originó un fuego en los colchones que hay. Casi se quema la vivienda de arriba”.
“Es zona centro y no hacen nada por ella”, dice Hassan. Y aunque reconoce que hay comercios, como la panadería Donat, que dan vida al barrio, subraya que este tiene que ser mantenido y arreglado. Seguidamente apunta a un edificio que “lleva cinco o seis años vallado y no hacen nada”, reitera.
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