Es un ser exportable, o sea, para presumir de él por los cuatro confines; un ser humano cargado de arte y de sentido común, que no es el más común de los sentidos, pero, vaya, él camina por la vida sin prisa alguna, viviendo el día a día que le ha tocado vivir.
Explosión de alegría, Gonzalo Carmona Muñoz –hace no tantos año, Gonzalo de Gálvez– ha rozado con sus dedos la gloria nacional pero renunció a la misma porque resulta que es de Melilla y quiere a su pueblo como un bebé a la teta de su madre. Y se vino al redil.
Gonzalo es aquel chiquillo que, junto a su pareja de baile, Sonia, fueron los ‘Melillenses del año’ de hace unos 20 años, galardones que ofrecía ‘Melilla Hoy’. Habían deslumbrado con su baile por sevillanas. Poco le duró su estancia entre nosotros hasta su vuelta, porque se apuntó a una afamada academia de la capital del Guadalquivir y tiró para los estudios de Canal Sur, en los que triunfó clamorosamente.
Gonzalo es buena persona, hijo de dos grandes personas: Lely Muñoz y Miguel Ángel Carmona. Ellos se han convertido en el baluarte de la lucha contra el cáncer en Melilla. No hay día que Lely no visite a sus enfermos del Hospital Comarcal; no hay día en el que Miguel Ángel no se entreviste con las autoridades sanitarias para reclamar recursos económicos que le permitan sufragar los gastos derivados del mantenimiento del piso de Málaga, entre otros, sí, ese en el que los afectados por tan terrible enfermedad y sus familiares pueden descansar entre sesión y sesión de quimioterapia.
Claro, la simiente que germina de dos corazones blancos no puede ser sino inmaculada. Gonzalo presume de padres porque puede, y de hermano. Miguel Ángel Carmona Muñoz es un especialista en tareas de Protección Civil. Los dos se llevan fundamentalmente bien. Cuando Miguel Ángel coge la guitarra, Gonzalo estalla en fiestas y éste no para, cuidado, porque canta y baila como los ángeles, si es que los ángeles bailan. Su comparecencia en cualquier sarao siempre acaba igual: ‘Éxito de público y prensa’, dirían los cronistas de época.
Gonzalo Carmona va por la vida de una forma muy fácil de describir: Como le da la gana, absolutamente libre, pero cabal. Es fiel a sus amigos de verdad; a los demás les pega un par de capotazos y les da salida de su vida. A veces es lo mejor, o sea, quitarse a la bestia dándole mucho terreno para que no se canse de hacer el petardo por otro confín.
Larga vida a este profesor de la Escuela Municipal de Danza y Música, larga vida a las buenas personas.
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