La campaña de Navidad ha dejado buen sabor de boca a los hosteleros de Melilla. Ayer el presidente de los empresarios del sector local, Hassan Amaruch, lanzaba las campanas al vuelo y adelantaba que la recaudación de estas fiestas es la mejor de los últimos tres años.
Eso quiere decir que desde 2010 los bares y restaurantes de la ciudad no vivían una Navidad con todas las mesas reservadas, por lo que les ha hecho falta contratar camareros de refuerzo para cubrir tanta demanda.
No hay que olvidar que en 2012 los hosteleros melillenses aguantaron el chaparrón navideño con la plantilla de siempre y el sector, aunque ajustó los precios, tuvo que conformarse con achacar la soledad de sus establecimientos a la retirada de la paga extra a los funcionarios.
La buena racha de los comerciantes de Melilla se extiende también a los hosteleros locales y la ciudad empieza a mostrar síntomas de que la crisis nos ha dado un pequeño respiro. O por lo menos, de que los melillenses, cansados de tanto apretarnos el cinturón, hemos decidido tomarnos ese respiro y lo hemos hecho con ganas.
Prueba de ello es la cabalgata de Reyes de ayer, la más concurrida de los últimos cuatro años. No cabía un alfiler en las calles que van del Parque Hernández a la Avenida: Sus Majestades de Oriente estuvieron acompañados de cientos y cientos de niños durante todo el recorrido del desfile.
Daba gusto ver a la gente sonreír y disfrutar junto a la familia de un espectáculo de luz, color y muchos caramelos, que este año no se acabaron antes de tiempo.
No sabemos cómo se comportará este año y probablemente eso no lo sabe nadie, pero está claro que en esta ciudad hemos empezado 2014 con buen pie.
Después de la cabalgata de ayer, más de una familia optó por merendar el típico roscón de Reyes, incluso en los bancos de los parques. El buen tiempo anima a estar en la calle y puede que este factor, que casi siempre pasa desapercibido, también influya en la alegría que se respira estos días en Melilla. A nada que aparece el sol, la gente sale a disfrutarlo.
Aún no sabemos cuánto nos durará la sonrisa. Ni siquiera podemos diferenciar si la luz que ahora vemos al final de túnel es reflejo de fuegos artificiales o de fuegos fatuos. Pero ahí está y ayer iluminó esta ciudad. Melilla era otra y a la vez, la misma.
Melillenses de todas las culturas se juntaron en torno a las carrozas de los Reyes para recoger caramelos y el carbón que por primera vez repartieron los duendes. De eso se trata, de disfrutar todos juntos y revueltos.
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