LLeo, como deseaba hacer, estos textos testimoniales y de poética y sobre poesía muy primeros de Cernuda, de años cruciales –’Soledades de España. Con el Museo del Pueblo’, ‘Los que se incorporan’, ‘Poética’, de 1933, 1933, 1932, 1934-, y llego, enseguida, a ‘Unas palabras sobre la poesía española actual’. Empieza: “Una de las actividades donde más vivo se manifiesta hoy el espíritu español es en la poesía. Poco o nada conocido entre nosotros ese movimiento, su manifiesta vitalidad le ha permitido, sin embargo, pasar las fronteras. Reciente está la publicación en Berlín de un volumen con traducciones de los más destacados poetas actuales; antes habían aparecido en Francia e Italia libros también dedicados a nuestra poesía, sin referirnos a numerosas traducciones aisladas en francés, inglés, griego y otros idiomas. No es, pues, pretensión injustificada la de acercarse al lector popular para informarle de este hecho tan interesante y significativo”. Y quiere dar noticia, comentar la publicación de esta antología, situar a esta nueva generación, incardinada a su tradición. Todo esto. Y más. Porque Luis Cernuda nos dice qué es la poesía, cómo se da y se siente, y cómo se puede llegar a ella, a su comprensión, e intentar acercarla. Quienes hemos tenido, con mayor o menor vocación en principio para ello, que acercar la poesía a otros, quizá sin un designio primero de así hacerlo, pero que al encontrarnos en esa tesitura hemos pensado cómo hacerlo y procurado hacerlo desde el respeto a lo que es la poesía y a quien la recibe e intentamos acercarla, hemos de sentir profundas y verdaderas y muy cuidadosas sus palabras. Siento al leerlas que los escritos testimoniales y críticos de Cernuda nos hacen estar en él mientras lo leemos, en el centro de su obra, como decía el otro día, pero también que sentimos que estamos, que estoy con Luis Cernuda, y lo siento especialmente de algunas cosas que nos dice. Y las de este texto de 1936 pueden ser ejemplo de ello. Así sitúa a la nueva generación en la gran tradición a la que pertenece: “Pero conviene advertir al mismo tiempo que esta poesía actual, tantas veces tachada injustamente de oscura o difícil, no ofrece mayor dificultad u oscuridad que nuestra poesía clásica, romántica o moderna; que Berceo, Santillana, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Góngora, Lope, Quevedo, Bécquer, Rosalía de Castro o Juan Ramón Jiménez. Quien haya leído y apreciado algo de algunos entre estos poetas puede igualmente leer y apreciar a Guillén, Alberti, Altolaguirre”. Y luego nos explica qué es la poesía y cómo se da y llega y se transmite de sencillo y claro modo: “Lo que sí ocurre, y debe tenerse bien en cuenta, es que no toda persona tiene aptitud o capacidad para la poesía. Un comentarista francés hablaba de la poesía comparándola a una misteriosa corriente, a un extraño fluido que ciertos cuerpos pueden recibir y transmitir y otros no; exactamente como ocurre con el fluido eléctrico, del cual unos cuerpos son buenos conductores y otros malos conductores. Es decir, que la poesía, como toda actividad humana, requiere una determinada inclinación instintiva; inclinación que en el poeta es activa y pasiva en el lector, aunque su origen sea uno solo. Y lo mismo que no sentimos todos con la misma intensidad, ni tampoco nos es común su instinto, actividades como la política, la investigación científica o la deportiva, exactamente igual ocurre con la poesía”. El acercamiento a la poesía ha de tener un modo, un intento de llegar a ella. Una actitud, una comprensión y un respeto. Así nos dice acto seguido: “No se deduzca de ahí, sin embargo, que la carencia de esa innata inclinación hacia la poesía tiene carácter peyorativo con respecto a un hombre. Aquí sólo se indica como nota bastante frecuente en muchas personas y que, por lo demás, puede estar compensada con otra inclinación hacia diferente actividad útil o bella. Mas puede suceder, y con triste facilidad sucede, que un hombre lleve dentro de sí, atrofiado o dormido, como el son que duerme en las cuerdas del arpa, según la rima becqueriana, el instinto poético, y entonces es cuando hay que despertarlo y encauzarlo por su verdadero camino. Toda atención en este punto es poca; decimos “verdadero camino” porque preferible es dejar estéril esa hermosa posibilidad antes que encauzarla por un sendero falso”. Y más adelante: “Cuando un espíritu se sienta instintivamente atraído por la poesía basta con darle conciencia de sí mismo y encausarlo, si él por su propia cuenta no lo hace; pero no se le fuerce, porque una vez orientado ya recorrerá su camino hasta donde sus facultades le permitan. Juan Ramón Jiménez, en el prólogo a su libro Poesía, escogida para los niños, dice taxativamente “que nada importa que el niño no lo entienda, no lo «comprenda» todo. Basta que se tome del sentimiento profundo, que se contagie del acento, como se llena de la frescura del agua corriente, del sol y la fragancia de los árboles; árboles, sol y agua que ni el niño ni el hombre ni el poeta mismo entienden, en último término, lo que significan”. Creo que la poesía es para todo el mundo, siempre lo he creído, y que ésta es la fe que sostiene el atreverse y permitirse uno el intentar acercarla. Que otros reciban el impulso del poeta, como nos dice al final de este texto Cernuda, refiriéndose primero a esta recepción de un modo digamos general y luego concretándola en el caso de su generación y la tradición a la que pertenece. Y en efecto acaba así este texto: “Y aquellos que en la lectura se sientan arrastrados por ese impulso del poeta son los únicos verdaderos lectores de la verdadera poesía. Por tanto, nuestra actual poesía, desde Moreno Villa, Salinas, Guillén, Gerardo Diego, hasta García Lorca, Aleixandre, Alberti y Altolaguirre, no debe mirarse como un difícil grupo de poetas aislados, sino como brillante continuación de nuestra gran poesía española, ya que es tan auténtica como ella y su comprensión no requiere distinto camino”. Quiero continuar leyendo los textos de Cernuda que deseaba y pensaba leer. Pero escribo estas líneas, y traigo éstas suyas. Para decir que muchas veces, al leerlo, y al leer su discurrir sobre poesía, un pensamiento de fondo o un matiz, sentimos, siento que estamos -estoy- con Luis Cernuda.
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