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EL medio centenar de vigilantes de seguridad que Serramar tiene en Melilla sigue sin cobrar. Los retrasos en el abono de las nóminas comenzaron en primavera y por entonces fueron denunciados, primero con la boca pequeña, y luego, cuando el problema ha pasado de puntual a crónico, con protestas frente a la Delegación del Gobierno.
En principio, la empresa de seguridad ha manifestado por activa y por pasiva que tiene intención de pagar cuando el Ministerio de Empleo le abone los cerca de 400.000 euros, que dicen que les deben y que les ingresarán en cuestión de días, según los directivos de Serramar.
Todo apuntaba a que los impagos eran un caso puntual de Melilla, pero resulta que los vigilantes que Serramar tiene en Cataluña se han puesto en contacto con El Faro para compartir su infortunio: Tampoco cobran.
¿Tiene sentido seguir manifestándose frente a la Delegación del Gobierno? Probablemente lo tenga para los trabajadores, pero el caso es que el problema de Serramar se escapa de las manos de las autoridades de Melilla. Bien lo saben desde UGT que tienen la confirmación de que el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes está al día con los pagos a la empresa, pero de lo ingresado en las cuentas de Serramar, sólo dos trabajadores de la ciudad han visto parte de sus nóminas.
¿Qué se hace en estos casos? ¿Se denuncia a la empresa para que no siga adjudicándose contratos públicos o se le retira la adjudicación vigente? Los representantes de los trabajadores creen que esta última opción no es la salida. Para ellos, la solución pasa, de momento, por que la empresa salga adelante, pero pagándoles sus sueldos.
Lo peor de todo es que en el caso de Melilla estamos hablando de trabajadores que, en su mayoría, se encargan de vigilar el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, que por sus especificidades requiere una entrega total. Es muy duro, además de injusto, trabajar a sabiendas de que no se va a cobrar a fin de mes. Mucho peor aún es que los bancos no entiendan de “retrasos” en el pago de las nóminas porque por eso son bancos y no ONGs. Y aún peor todavía es que estos vigilantes que se levantan cada día para ir a trabajar con la incertidumbre de si cobrarán o no, luego no aparezcan en ninguna lista, ni en las del paro, ni en las de las ayudas para los que no perciben ningún tipo de sueldo... porque su situación es muy distinta.
Poniéndonos en el peor de los casos, si todo se va a pique, se enfrentarán a una larga espera hasta que Fogasa les pague o la Justicia les compense con lo que el empresario dejó de abonarles.
Es la cara amarga de la crisis. En esto, como en los naufragios, no queda otra que esperar un rescate. Sin embargo, desde el Ministerio de Empleo lo tienen claro: Esto es un problema entre los trabajadores y la empresa.
Los vigilantes de Serramar decidirán qué hacer este miércoles. Mientras tanto, los días corren y los sueldos siguen sin aparecer.

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