Opinión

Con España no se juega

No empieces una guerra que no puedes ganar. La soberbia de Marruecos se desinfló en cuestión de horas. Bastó con la tibieza de la UE para recordarle que su agresión a Ceuta es un ataque a la frontera sur de la Unión.

Marruecos se vino arriba y con sólo 12 días de diferencia en este mes de mayo llamó a consultas a su embajadora en Alemania (6 de mayo) y a la España (18 de mayo). Hay que tener en cuenta que ésta es la forma diplomática de mostrar un cabreo monumental.

Esta situación no creo que haya pasado desapercibida para la diplomacia europea, en manos del socialista español Josep Borrell, que entendió que no se trata sólo de un desafío a dos de sus estados miembros. A Rabat se le olvidó que esto va con todos. Y hubo que recordárselo.

En medio de la “marcha” atrás de Marruecos, la ministra de Defensa, Margarita Robles, sacó a pasear ayer la contundencia que le faltó al presidente Pedro Sánchez durante su visita a las dos ciudades autónomas, tras la entrada en Ceuta de 8.000 civiles procedentes de Tetuán.

Ayer, Robles dijo y ojalá sea cierto, que España no va a admitir “chantajes” desde Marruecos. La ministra habló de una “crisis seria”, “que no se puede pasar por alto”, provocada por la violación del derecho internacional, utilizando para ello a niños. Además, advirtió de que el Estado español pondrá los medios necesarios para proteger nuestra integridad territorial y nuestras fronteras.

Vamos, a Robles sólo le faltó hacerle un corte de manga a Mohamed VI tras soltar el recadito más contundente de su discurso: “Con España no se juega”.

En cuestión de semanas sabremos si la ministra de Defensa se está o no marcando un farol en nombre del Gobierno al que pertenece. Si este verano siguen sin llegar a Melilla y Ceuta refuerzos para la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Comandancia Militar, entonces significa que no hemos aprendido la lección de este avance de lo que puede llegar a hacer un Estado autoritario que no respeta los tratados de buena vecindad; que se salta el derecho internacional sin pestañear y que quiere plantar su bandera en las dos plazas europeas del norte de África.

Llevamos tiempo cediendo terreno a Marruecos y el ansia anexionista ha ganado músculo del otro lado de la frontera. Se cogieron la tierra de nadie y no protestamos y ahora querían meterse en Ceuta. Podían haber abierto una crisis migratoria de una manera más sutil, pero se sentían tan fuertes que decidieron atacar de frente. Querían repetir la Marcha Verde de 1975, como si el mundo no hubiera cambiado en el último medio siglo.

Los cerebros de la marcha marroquí sobre Ceuta no calibraron los contras de una agresión de ese calibre en la que todos perdemos y aquí no se trata de perder sino de que ganemos todos. Da la impresión que lo de ‘ganar-ganar’ no les suena ni de lejos.

¿Tiene recursos Rabat para convertirse en la nueva ruta ilegal de acceso a Europa? Todos sabemos que no. El efecto llamada sería devastador para las dos ciudades autónomas, pero también para Marruecos.

Una cosa es el legítimo deseo de convertirse en un estado serio, referencia política en el continente africano y dique de contención del avispero del Sahel y otra, muy distinta, retratarse como una monarquía bananera, que alienta la entrada ilegal en España de madres con bebés de apenas unos meses, que sólo creyeron que era posible escapar del hambre.

Es verdad que Marruecos está aceptando de vuelta a todos sus adultos nacionales. Pero en esta crisis no sólo han perdido ellos prestigio. También perdemos nosotros porque tenemos que hacernos cargo de un número ingente de menores extranjeros no acompañados. ¿Qué pasa si aprenden la lección y la próxima invasión la organizan utilizando a los niños como escudos políticos?

Esta crisis sólo quedará zanjada, si Marruecos acepta de vuelta a los más de 1.500 menores extranjeros que nos ha colado en Ceuta. Los mecanismos necesarios para conseguirlo llevan años atascados y es hora de empezar a engrasarlos.

El mismo día que la cifra de marroquíes que entraron ilegalmente en España se elevó a 8.000, el Gobierno de Pedro Sánchez puso sobre la mesa un pago de 30 millones de euros para Rabat. Lo aprobó el Consejo de Ministros como ayuda de cooperación internacional al despliegue de la Policía marroquí, en la lucha contra la inmigración irregular y el tráfico de personas.

Da la impresión de que les debíamos el dinero y estamos pagando con retraso. ¿A qué venía la urgencia en mostrar el cheque? Igual nos falta información. A ver si nuestros políticos la piden.

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