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Comprar productos congelados, una buena forma de ahorrar que no convence a todos

Los precios están al alza y los mercados no reciben la llegada de muchos consumidores. Los que sí lo visitan aseguran a El Faro que se les hace complicado llenar el carro. Comprar productos congelados es para muchos una forma de ahorrar dinero aunque no gusta a todos los melillenses por igual.

“Cada vez me cuesta más. Es difícil decidirse a comprar algo”, confesó a El Faro Mohamed, un melillense que aseguró que ir a hacer la compra es cada vez más complicado para él.

Mohamed llevaba un rato recorriendo los puestos del mercado fijándose en los precios y no sabía por dónde empezar la compra. Este melillense ha visto cómo los precios han ido subiendo y ya no sabe qué va a hacer para no llegar justo de dinero a fin de mes.

Pero no es un caso aislado. Por la misma situación están pasando muchas familias en Melilla, que buscan trucos para ahorrar un poco en la lista de la compra. Una de estas opciones y la más repetida por los encuestados de El Faro es sustituir el pescado y la carne fresca por congelados.

“Se ahorra bastante comprando pescado y verduras congeladas”, aclaró a este diario Rosa, una melillense que señala que este tipo de productos tienen un precio menor que los frescos aunque no sabe cuánto puede ahorrar al mes así.

Rosa apuntó que la carne y el pescado congelado tienen el mismo sabor y calidad. “No será como el fresco, pero sí está bueno”, insistió esta melillense.

Además de este truco, Rosa intenta hacer una compra grande a principios de mes con todo lo que prevé que va a necesitar. De esta forma planifica más los gastos y entre semana solo va al mercado a por lo que se le acaba. "Están los precios por las nubes. Es una epidemia que está llegando y tenemos que aguantarla", destacó.

Comprar congelados como forma de ahorrar también se lo ha transmitido a su hija Juana. Ella, al contrario que su madre, piensa que los congelados no tienen tan buena calidad como un pescado o una carne recién llegada al mercado, pero para ella "es lo que hay", recalcó. "Las personas que tenemos una pensión pequeña tenemos que hacerlo así", señaló.

Juana reconoció que no se ahorran grandes cantidades de dinero comprando productos congelados, pero sí un poco en cada ticket, que al final se refleja en el gasto total del mes.

“Una pensión pequeñita no puede ahorrar nada”, subrayó Juana, que se quejó de que a pesar de que los precios han subido mucho, los salarios siguen igual. “El sueldo no se estira como el chicle ni como el elástico y cuesta mucho trabajo y sudor ganarlo”, dijo su madre Rosa.

Pero no solo han subido los precios. Esta melillense recalcó a El Faro que productos de determinadas marcas cada vez vienen más vacíos o traen menos cantidad por el mismo precio. A este fenómeno se conoce como reduflación.

Reduflación

Según la Organización de Consumidores (OCU) la reduflación es el último truco de muchos fabricantes para evitar que el incremento de precios en alimentación afecte a sus ventas, y consiste en mantener el mismo precio de sus productos, pero reducir su cantidad.

De esta manera, por ejemplo, algunos sobres de embutidos tienen menos lonchas o los refrescos utilizan envases más pequeños.

La OCU alerta de esta práctica cada vez más común, que según publican en su página web, afecta al 7% de la cesta de la compra de los hogares españoles y que califican como una subida encubierta de los precios.

Por otro lado, están los consumidores como Isabel a los que no les gusta para nada comprar productos congelados. "En Melilla estamos acostumbrados a otra cosa", reconoció esta melillense. Para ella, vivir en una ciudad con mar en la que el pescado solía venderse en el mercado muy fresco, hace que su población no esté acostumbrada a tener que consumir congelados.

Actualmente, añadió, a pesar de que considera que el pescado no es tan fresco como antes, sigue prefiriendo comprarlo en su pescadería de toda la vida que adquirirlo congelado. Isabel hizo hincapié en que el sabor de ambos productos no puede ser igual. "Está mucho más bueno el producto fresco", subrayó.

Esta melillense se decanta más por otras formas de ahorrar como fijarse en los precios de todo lo que compra y decantarse por lo más barato siempre. "Cada vez está todo más caro", afirmó Isabel.

Comerciantes

En el lado opuesto de los consumidores están los comerciantes, que cada vez tienen más difícil tener ganancias. Algunos como 'El Tito', así lo llaman todos los que lo conocen, aseguran estar haciendo todo lo posible para ajustar el margen de beneficios y que sus clientes no noten demasiado la subida de precio de los alimentos aunque a veces se hace imposible. “No hay manera, ganamos poco”, aseguró este comerciante del mercado. “Estamos sacando dinero de nuestros bolsillos”, apuntó.

Es por ello, dijo, que en su puesto nunca faltan los clientes. Aunque venden mucho, 'El Tito' reconoció que con esta situación ganan poco. Buen ejemplo de ello es el caso de los tomates de rama. Este vegetal, tan usado en la gastronomía mediterránea, ha visto incrementado su coste de los 90 céntimos el kilo a 1,8 euros el kilo. A pesar de esta subida 'El Tito' recalcó que ellos los están vendiendo a 1 euro el kilo.

Otro comerciante que señaló a este diario que las ventas "están flojas" es Jesús. Él tiene una carnicería en el mercado, de las pocas que quedan ya. Jesús recalcó que los productos cárnicos están caros aunque hay algunos que sí han bajado su precio como es el caso de una de las carnes más consumidas, el pollo.

Este ave llegó a costar 4,2 euros el kilo y ahora lo podemos encontrar por 3,6 euros el kilo, según señaló. “Unas suben y otras bajan, pero están más o menos como terminaron el año”, dijo.

El mercado está cada vez más vacío y no solo de clientes. En la segunda planta, donde antes había varias carnicerías ya solo quedan abiertas dos. Algunos de sus dueños se han ido jubilando y nadie quiere hacerse cargo de ellas.

Este carnicero reconoció que las ventas en su negocio van bien gracias a que tiene muchos productos elaborados, que gustan a sus clientes porque lo que es la carne en sí se vende poco. “La venta está floja”.

 

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