La época de baño está más que empezada, por lo que el servicio de socorrismo y salvamento de Carmelo Martínez, está presente en cada una de las playas. Mientras unos socorristas esperan, otros patrullan ya sea en la orilla o con una embarcación. El caso es que no deben perder la vista de ningún punto.
Según las características del tiempo, el día de la semana o la hora del día, las playas tienen una afluencia diferente. En un día de bandera verde, son varios melillenses los que aprovechan un rato para tomar el sol, bañarse o pasear por la arena. Aunque aún sea temporada baja, los socorristas deben estar desde las once de la mañana hasta las ocho de la tarde vigilando y patrullando.
En un día con una frecuencia media, estos trabajadores deben hacer relevos para tener en el punto de mira todas las zonas de las playas. “Cuando hay gente hacemos patrulla entre 30 y 40 minutos.
Intentamos prevenir accidentes o vigilar la parte del dique, que está prohibido pasar después del muro que hay”, dice Belén, una de las socorristas.
Cada uno controla su playa aunque se hagan relevos, según agrega la compañera de Belén, Mª Carmen. Aunque sea temporada baja, se hacen patrullas de manera constante.
Por su parte, hay otras dos personas en una zodiac acompañados por Inmaculada Morales, la coordinadora de Salvamento y Socorrismo. La función que se desempeña en la embarcación es patrullar desde la playa de La Hípica hasta San Lorenzo, es decir, las playas internos. “Revisamos si hay algún vertido, residuos o bancos de medusas y en cualquier caso, avisamos a los bañistas”, afirma Joaquín, quien ha compartido día con su compañera Marta. “Es la primera vez que sacamos la zodiac y hoy ha sido un día bastante tranquilo”, agrega ella.
Inmaculada Morales asegura que las patrullas son dinámicas: “Se encuentran dos en cada torre y uno se va de patrulla”.
Sin embargo, los días de fuertes vientos y en los que menos gente va a la playa, Morales apunta que aunque parezca un día más tranquilo y las patrullas se aminoren, la vigilancia debe ser constante. “Puede haber un bañista en cualquier punto y pueden alejarse bastante de tierra”, añade.
Además, se suma la incomodidad de la molestia en los oídos y los ojos al entrar la arena a causa del viento.
A David y Javier les tocó un día de Poniente y estaban en un puesto de la Playa de los Cárabos. Javier asegura que lo más importante es tener el servicio cubierto: “Estamos lejos de la otra punta de la playa, así que si hay por allí algún usuario, ya tenemos que patrullar, por si acaso. Tenemos que hacer un buen trabajo”.
El acto de presencia es lo más relevante a pesar de las relativas ventajas e inconvenientes según las características del día. De esta manera, los usuarios podrán disfrutar con total seguridad.
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