A poco que prestemos atención a las aves de nuestra ciudad distinguiremos sin dificultad este elegante pajarillo, el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) del resto de aves que revolotean por nuestros jardines y parques por una característica que lo señala inequívocamente, su cola rojiza. Este detalle es tan exclusivo de esta ave que le ha dado tanto el nombre oficial, “colirrojo”, como el local de Melilla y parte de Andalucía, “colita rubia”. También aparece en la nomenclatura científica, dándole el nombre al género, “Phoenicurus”, “colirrojo” en latín, a pesar de que varias de las especies que componen este género no comparten esa característica con el tizón.
Las plumas rojizas de la cola ayudarán también a identificar tanto al macho como a la hembra de esta especie a pesar de su patente dimorfismo sexual, pues sus plumajes son muy diferentes. Tan diferentes que si no fuera por la característica común del color rojizo de su cola, que además llama mucho la atención, se podría pensar equivocadamente que macho y hembra son especies distintas. El macho luce un elegante plumaje muy oscuro en general, con zonas de color gris marengo alternado con otras mucho más oscuras, como el rostro. Esta característica del plumaje del macho es tan distintiva que vuelve a aparecer en el nombre de la especie, “tizón”, para distinguirla del resto de colirrojos que conforman este género. El fuerte contraste entre el plumaje oscuro y la cola roja del macho lo hace mucho más vistoso que la hembra. En cambio, la hembra luce un plumaje más discreto, entre gris y ocre, aunque combinado con el toque rojizo del plumaje de la cola le da también un aire bastante elegante.
Otra característica que distingue a los colirrojos tizones del resto de colirrojos que componen el género son sus hábitos urbanos; en efecto, no es raro ver a este pajarillo en pueblos e incluso ciudades, donde se desenvuelve perfectamente alternando las visitas a las zonas ajardinadas donde busca su alimento con los muros y torres desde donde otea su territorio. Parece ser que esta adaptación a los hábitats humanos viene a la adaptación original del colirrojo tizón a los entornos montañosos y despejados de arboleda, donde suele otear desde acantilados y cimas rocosas y realiza cortos vuelos a los prados en los que se alimenta para regresar a su atalaya otra vez, tal como hace en la ciudad, que a este efecto imita cuasi perfectamente su hábitat original.
No es difícil comprobar este comportamiento en Melilla; basta con estar atentos en alguna zona de la ciudad que reúna las condiciones antes mencionadas de zonas ajardinadas alternadas con sitios elevados, como edificios altos o zonas amuralladas, cosa harto fácil en Melilla. Un lugar muy apropiado es la Plaza de Armas, en Melilla la Vieja, lugar privilegiado para la observación de los rápidos y nerviosos desplazamientos de los colirrojos entre los jardines y las murallas. En nuestra ciudad la presencia de los colirrojos tizones anuncia la llegada del invierno, pues esta ave sólo baja en los meses fríos hasta el sur de la península y el norte de África. Durante los meses cálidos se marcha hacia sus zonas de cría en el norte peninsular o hacia Europa, aunque también cría en las cumbres y zonas altas de la Europa meridional. Como podemos ver, es un ave que no tolera bien el calor, y sólo se deja ver por los cálidos llanos sureños cuando la temperatura da una tregua.
El género Phoenicurus se enmarca dentro de la familia Muscicapidae, una familia en la que la mayoría de sus miembros son insectívoros, como los conocidos papamoscas (género Muscicapa), que son los pajarillos quizás más emblemáticos de esta familia, y los que mejor representan la gran labor que realizan estas aves en pro del control de las poblaciones de moscas y mosquitos. El colirrojo tizón es un digno representante de esta familia que además realiza su labor de control sobre los insectos dentro de las urbes, por lo que sus efectos son más positivos aún para nosotros. Es por eso por lo que a pesar de ser un ave relativamente abundante está sin embargo protegida por la ley, ya que está considerada una especie de utilidad pública. Su presencia en nuestra ciudad, pues, no sólo anuncia el invierno…
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