Cientos de melillenses han decidido pasar este domingo en la playa. Nada mejor para aliviar el calor que relajarse tumbado en la arena y disfrutar de un baño de agua fría. Desde la Hípica, pasando por los Cárabos y la Ensenada de los Galápagos, hasta Horcas Coloradas, las playas de Melilla se encontraban abarrotadas de personas. Familias enteras, grandes y pequeños, disfrutando de un precioso día.
Si algo bueno tiene Melilla son sus playas. Sus calas son un refugio costero para muchas personas, donde el estrés se desvanece y la alegría se contagia bajo la luz del sol.Y es que, aunque la temporada de playa para los melillenses empezó hace tiempo, no hay mejor forma para muchos de pasar el domingo que bañándose en el mar y tomando el sol.
Los domingos son el último día de la semana. El último soplo de libertad antes de volver a la rutina laboral. No solo en Melilla, sino en toda la península, muchas personas aprovechan este día para ir a la playa. El ‘domingueo’ es una tradición española que está lejos de pasar de moda.
Son muchas las personas que ayer decidieron bajarse a la playa para despejarse del calor. El viento que soplaba por la mañana no impidió a los melillenses disfrutar de la jornada. La Hípica, los Cárabos, San Lorenzo, los Galápagos y Horcas Coloradas se encontraban repletas de personas de todas las edades. Incluso las mascotas también estuvieron de ‘domingueo’.
Horcas Coloradas es más que un lugar para tomar el sol y darse un chapuzón. Para los amantes de las mascotas, hay una zona acordonada de la playa donde sus peludos amigos pueden correr libres, perseguir pelotas y refrescarse en el mar. Los dueños los observan con cariño mientras disfrutan de su libertad. Se respira un ambiente de camaradería entre los dueños de mascotas, quienes comparten consejos y se ayudan a cuidar de sus mascotas.
Pero, si hay un protagonista indiscutible de los días de playa, son los más pequeños. Construyen castillos de arena que desafían las olas, chapotean en la orilla sin importar las salpicaduras y se lo pasan en grande disfrutando; por algo, además, están de vacaciones y tienen todo el verano por delante para disfrutarlo. Sus risas contagiosas resuenan en el aire mientras se divierten con pelotas, frisbees y cometas de colores. Para ellos, la playa es un lienzo en blanco donde la imaginación toma vuelo y la diversión no tiene límites.
Los adultos buscan un lugar bajo las sombrillas para extender sus toallas y disfrutar de un picnic improvisado hasta la hora de comer. Son en estos ratitos en los que se comparten las risas y se olvidan las preocupaciones del día a día. El agua está fría, pero los más valientes, entre chapuzón y chapuzón, comentan las últimas noticias, comparten anécdotas y planean nuevas aventuras juntos.
También están aquellos que buscan un momento de relax tumbándose en la arena y dejándose acariciar por el sol mientras leen un libro o simplemente disfrutan de la tranquilidad del mar. El sonido de las olas rompiendo en la orilla tiene un efecto hipnótico que nos invita a desconectar del mundo exterior y a conectar con nosotros mismos.
Y es que, al fin y al cabo, un día en la playa es una experiencia que llena de energía, conecta con la naturaleza y recuerda lo importante que es disfrutar de los pequeños momentos.
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