El tiempo respetó y los melillenses volvieron a volcarse ayer con el Cautivo y el Rocío. La procesión con el recorrido más largo de la Semana Santa melillense salió puntual de la Casa Hermandad, junto a la iglesia de Santa María Micaela.
El cielo estaba nublado, pero no se presagiaba lluvia. Pasadas las cuatro de la tarde el portón se abrió después de que el hermano mayor golpeara llamando al Cautivo. Tras las puertas se escuchaba a los cofrades al grito de “Viva el Cautivo”, los portadores alzaron el trono y sacaron al Cristo ante la admiración de los vecinos que esperaban en la calle.
En las inmediaciones de la parroquia y del Comarcal centenares de melillenses volvieron a no defraudar a la cofradía. La banda comenzó a sonar cuando el trono del Cristo pisó la calle y los aplausos se escucharon fuertes y contenidos.
Pocos minutos después, el Cautivo se paraba unos metros más adelante para esperar a su madre, la Virgen del Rocío que pisó la calle acompañada de un sol radiante. Tras el portón se escuchaban los vivas a la Virgen, al grito de ¡Guapa!. La puerta se abrió y escoltada por el Regimiento de la Compañía del Mar, un año más, apareció la bella imagen del Rocío, portada por hombres y mujeres de trono, entre los que un año más se encontraban algunos internos del Centro Penitenciario de la ciudad.
Las calles del barrio de la Victoria no dejaron solas a las imágenes en ningún momento y animaron paso a paso a los cofrades que formaban la procesión. Una vez más Melilla se echó a la calle para disfrutar de la estación de penitencia de la cofradía.
La marcha de la banda comenzó a sonar y la Virgen asomó. Los cofrades se emocionaron, una vez más, avanzando entre la multitud, con paso firme y sereno, guiados por la música y el capataz. Fue bajando por el barrio, hasta llegar al Puente de los Alemanes, donde se produce cada Semana Santa uno de los momentos más emocionantes de esta estación de penitencia. Allí la aglomeración de personas se hacía mayor, al igual que había ocurrido en la salida de los tronos. Centenares de melillenses esperaban para disfrutar de una de las maniobras más complicadas de los portadores.
Los hombres de trono se pusieron de cuclillas para que el Cautivo pasara bajo el puente si chocar con la estructura, en cada bajada y cada subida, los aplausos del público y los vivas al Cristo, rompían el silencio y emocionaban a todos los que se encontraban en las inmediaciones.
Tras el Cristo, llegó la Virgen. Los portadores agarraron el trono con las manos, también agachados, para que el palio no rozara el puente. De nuevo aplausos, vivas y gritos de guapa para Nuestra Señora del Rocío, que empujaron a los hombres y mujeres de trono a hacer un último esfuerzo en la tercera bajada para salir del puente y encaminarse hacia el Centro Asistencial.
El puente no fue el único ‘escollo’ que se encontró la Virgen en su recorrido. Un año más el cableado de las calles jugó una mala pasada a los portadores del trono que se vieron obligados a hacer complicadas maniobras para poder pasar sin que el palio se quedara enganchado.
Por delante del Rocío, el Cautivo estaba entrando en la Gota de Leche, donde los internos esperaban para ofrecerle una saeta y un poema, como ya es tradición. La emoción volvió a sentirse entre los asistentes, mientras los portadores aprovechaban para parar a descansar.
Desde allí continuaron su recorrido, haciendo una parada un poco más larga en las inmediaciones de la Plaza de Toros. Aprovecharon para comer y beber un poco, antes de encaminarse hacia su entrada en la Avenida Juan Carlos I, donde se produciría el momento más importante de la estación de penitencia, la liberación del preso indultado por la cofradía.
Después de que las autoridades indultaran al reo, los cofrades, poco antes de la medianoche, volvieron a alzar los tronos para proseguir con su recorrido. A pesar del cansancio, que ya se reflejaba en los rostros, continuaron con su esfuerzo para llevar las imágenes de vuelta a la iglesia de Santa María Micaela, donde llegaron bien entrada la madrugada, con la alegría de haber podido culminar un año más la estación de penitencia.
El Cautivo libera a una mujer por segunda vez en 14 años
La Avenida Juan Carlos I volvió a abarrotarse ayer de melillenses, para presenciar la liberación del preso de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli y María Santísima del Rocío.
Con más de una hora de retraso, alrededor de las 22:30 horas, el Cautivo aparecía por la Avenida, seguido del Rocío. En la tribuna, el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda y el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, entre otras autoridades, presenciaban el acto.
Una vez que ambas tallas llegaron a la Avenida, los portadores giraron al Cautivo para ponerlo frente a frente con la Virgen. Entonces se abrió un pasillo para que llegara el preso que iba a ser liberado, la segunda mujer que consigue salir de prisión gracias a este indulto. Sus iniciales son E.L.G, según el auto del juez, que leyó la secretaria judicial.
El juez recordó el carácter de reinserción que tienen en nuestro país las penas de prisión y animó a la liberada a aprovechar esta segunda oportunidad que le brindan la cofradía y el Voluntariado Cristiano de Prisiones.
El vicario episcopal, Roberto Rojo, rezó al Cristo y a la Virgen y recordó que el Cautivo se sacrificó por todos nosotros para que fuéramos perdonados.
El beneficiario de esta medida de gracia será responsabilidad a partir de los próximos doce meses de la Cofradía del Cautivo y el Voluntariado Cristiano de Prisiones, que se encargarán de velar por su inserción laboral y moral.
Desde 2001, el Cautivo ha liberado a catorce presos, de los que más de la mitad de ellos confesaban la fe musulmana. A pesar de ello, sólo uno no quiso procesionar con El Cautivo. Ninguno de los liberados ha vuelto a cometer un delito.
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