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Cientos de melillenses arropan un año más la procesión del Cautivo y el Rocío

l La Cofradía recibió de nuevo el apoyo de la ciudad, con cientos de personas que la acompañaron a lo largo de todo su recorrido, el más largo de la Semana Santa de Melilla

 

Cientos de personas volvieron a salir un año más a la calle el Jueves Santo para arropar a la Cofradía del Cautivo.  A las 16:15 horas, puntual, se abría la puerta de la Casa Hermandad para ver salir a Cautivo. El cielo había amanecido más nublado que el resto de la semana. Parece que esto también se ha convertido en una tradición cada Jueves Santo. No obstante, finalmente el cielo se portó y los titulares de la Cofradía pudieron salir al a calle a encontrarse con los melillenses. Entre los portadores, como viene siendo habitual, había 21 internos del centro penitenciario repartidos en los dos tronos.
La salida del Cautivo despertó, como cada año, la admiración de todos los presentes. Luciendo túnica nueva para la ocasión, el Cristo dio el inicio a un Jueves Santo repleto de emociones para todos los amantes de la Semana Santa. Al otro lado del portón de la casa hermandad se escuchó un grito sordo ¡Viva el Cautivo!, la puerta abrió y los portadores alzaron el trono para arrancar el recorrido más largo de la Pasión melillense. En las inmediaciones del Hospital Comarcal apenas había huecos libres. Todos los presentes querían disfrutar de la procesión.
Pocos minutos después de su salida, el Cautivo se paraba a esperar a su madre. La Virgen del Rocío pisó la calle y emocionó una vez más, con su sola presencia, a todos los presentes. Los vivas a la Virgen que se escuchaban tras las puertas de la Casa Hermandad ya conseguían erizar el vello de los que estaban más cerca. La emoción se podía respirar en el ambiente. Al grito de ¡Guapa! La puerta se abrió y escoltada por el Regimiento de la Compañía del Mar apareció la imagen del Rocío portada por hombres y mujeres de trono emocionados sólo por la suerte de poder sentir el peso de la Virgen sobre sus hombros. Por delante quedaba un camino largo y mucho cansancio, pero era más fuerte.
En las calles del barrio de la Victoria los melillenses no dejaron solas a las imágenes en ningún momento y animaron paso a paso a los cofrades que formaban la procesión. Una vez más la ciudad se echó a la calle para disfrutar de la estación de penitencia de la Cofradía.
Cuando la música de las marchas interpretadas por la Banda comenzó a sonar, la Virgen asomó. Los cofrades se emocionaron, como cada vez, mientras avanzaban entre la multitud guiados por la música y por el capataz. Antes de encaminarse hacia el centro de la ciudad, la Virgen hizo una parada para que los melillenses que quisieran pudieran alzar a sus niños para ser bendecidos por el Rocío. Después la marcha continuó hacia el Puente de los Alemanes.
Antes de alcanzar ese punto, los cofrades pararon para hacer un descanso. El paso por la infraestructura iba a ser, como siempre, complicado, y los hombres y mujeres de trono necesitaban recobrar fuerzas antes de realizar la maniobra, que se ha convertido en uno de los momentos más emocionantes de la estación de penitencia. En las inmediaciones del puente la aglomeración de personas era mayor. Cientos de melillenses esperaban para disfrutar del paso de las dos imágenes.
El primero en pasar fue el Cautivo. Los hombres de trono se pusieron de cuclillas para que el Cristo pasara bajo el puente si chocar con la estructura, en cada bajada y cada subida, los aplausos del público y los vivas al Cautivo, rompían el silencio y emocionaban a todos los que se encontraban en las inmediaciones.
Tras el Cristo, llegó el momento de la Virgen. Los portadores agarraron el trono con las manos, también agachados, para que el palio no rozara la parte superior del puente. De nuevo aplausos, vivas y gritos de guapa para Nuestra Señora del Rocío, que empujaron a los hombres y mujeres de trono a hacer un último esfuerzo en la tercera bajada para salir del puente y encaminarse hacia el Centro Asistencial.
Por delante del Rocío, el Cautivo ya estaba entrando en la Gota de Leche, donde los internos esperaban para ofrecerle una saeta y un poema, como manda la tradición. La emoción volvió a sentirse entre los asistentes, mientras los portadores aprovechaban para parar a descansar, conscientes de que aún quedaba un largo camino por delante.
Desde allí continuaron su recorrido, haciendo una parada un poco más larga cerca de la Plaza de Toros. En este punto los cofrades aprovecharon para comer y beber un poco, antes de encaminarse hacia su entrada en la Avenida Juan Carlos I, donde se produciría el momento más importante de la estación de penitencia, la liberación del preso  por parte de la Cofradía. Poco antes de las diez de la noche la hermandad entraba en la carrera oficial.
Después de que las autoridades liberaran al reo, los cofrades, poco antes de la medianoche, volvieron a alzar los tronos para proseguir con su recorrido. A pesar del cansancio, que ya se reflejaba en los rostros, continuaron con su esfuerzo para llevar las imágenes de vuelta a la iglesia de Santa María Micaela, donde llegaron bien entrada la madrugada, con la alegría de haber podido culminar un año más la estación de penitencia. El Domingo de Resurrección el Rocío saldrá de nuevo a la calle para cerrar la Semana Santa local con su encuentro con el Cristo Resucitado.

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