Los ciclistas de Melilla denuncian el mal uso que se está haciendo del las botellas de óxido nitroso (N2O, o también conocido coloquialmente como gas de la risa) y advierten de los peligros que puede puede producir tanto a nivel ambiental como a nivel de seguridad vial después de que los conductores de vehículos inhalen esta sustancia.
Desde Melilla ConBici y el colectivo de ciclistas de la ciudad denuncian que el uso de esta sustancia y la contaminación que genera ya que los botes de óxido nitroso son arrojados a la carretera tras usarse. Los ciclistas, deportistas y las personas que pasean por las zonas de los pinares de Rostrogordo y Aguagú suelen encontrarse con estos botes que parece que ya empiezan a formar parte del lamentable decorado que dejan los botellones en esas zonas al aire libre junto a otro tipo de residuos.
Además, denuncian el uso que se está dando a la zona de Aguadú por una parte de la ciudadanía, ya que además de la basura, los ciclistas llegan a encontrar choques entre vehículos y personas que regresan tras pasar ahí unas horas por la noche. Los conductores imprudentes suponen un peligro para ciclistas y para las personas que hacen otros deportes por la zona.
Un ciclista describía la situación que se ha encontrado este fin de semana a las 8:00 horas cuando pasaba por la zona y se encontraba un choque de vehículos en la rotonda de los Pinos de Rostrogordo. "No sé cómo no ha muerto nadie, estaban los dos coches reventados", expresó.
Tras continuar su camino y bajar por la carretera de Aguadú lamenta la escena que encuentra. "Aguadú es un botellódromo, por lo menos once coches, altavoces, música alta y todo el mundo bebiendo; llevan bebiendo desde las doce de la noche y lo normal es que cuando suban por la carretera, que al primer coche que se encuentren ocurran estas cosas", señaló refiriéndose a los vehículos que acababa de ver.
Señala que esta situación también es un peligro para los propios conductores por el propio peligro que presenta la carretera de Aguadú, y por estar sin dormir, de fiesta y ebrio. Para los ciclistas tampoco son unas circunstancias agradables porque siempre van con el pensamiento de que se están jugando la vida cada vez que se cruzan a este tipo de vehículos. "Esto habría que cortarlo de alguna forma, porque si no, nos vamos a jugar la vida más de lo que nos la jugamos cada vez que salimos con la bicicleta", concluía este ciclista.
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