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Ciber-yihadistas

Los seis yihadistas detenidos el pasado viernes en Melilla eran muy activos en Facebook (también en Twitter), donde animaban a sus 328 seguidores a emprender la migración en el nombre de Dios.

O sea, a marchar a hacer la Yihad, que al fin y al cabo es el delito que se les imputa.
Paralelo a la detención en Melilla de estos seis presuntos reclutadores de muyaidines, en Marruecos se dictaba sentencia el viernes y se condenaba a penas de hasta 20 años de prisión a yihadistas detenidos por reclutar ‘combatientes’ para hacer la guerra santa en Siria, Libia y Mali.
La mano dura del Gobierno marroquí con los delitos relacionados con el yihadismo tiene retenidos en la frontera de Siria con Turquía a unos 40 muyaidines con el ánimo de retornar de las zonas en conflicto, siempre y cuando reciban el indulto de Rabat y no tengan que enfrentarse a las duras condenas que impone a este tipo de delitos relacionados con la seguridad nacional la justicia del país vecino.
De momento, desde el Gobierno no han movido ficha. Los yihadistas marroquíes retornados de la guerra santa siguen donde están. Marruecos, alertado por los expertos en terrorismo, sabe del peligro que representan estos ‘lobos solitarios’, que regresan más radicalizados, si se puede, de las zonas en conflicto.
Para los investigadores es evidente que no existe un perfil tipo de los ‘combatientes extranjeros’ reclutados para hacer la Yihad, porque los hay de todas las clases sociales, nacionalidades y edades. Lo único que tienen en común es su apego a Internet; su fidelidad a las páginas que realizan apología del terrorismo utilizando imágenes de gran impacto emocional e ideológico.
En esta línea, los detenidos el pasado viernes en Melilla subieron a su muro de Facebook una ‘fatua’ de Bin Laden.
Evidencias de este tipo no convencen a los melillenses de a pie, que fieles al anonimato, afirman que en una semana los detenidos estarán libres. España, a diferencia de Marruecos, no castiga con severidad estos delitos, casi siempre por falta de pruebas.
Las caras de los seis detenidos el pasado viernes en Melilla son familiares en una ciudad en la que mucha gente asegura conocer a los arrestados de los años del colegio, de jugar al fútbol, de verlos haciendo senderismo por Los Pinos, ligando o con su mujer envuelta en un velo integral. Puede que tras declarar mañana en la Audiencia Nacional queden en libertad. Eso lo decidirá la justicia. Al resto sólo nos queda preguntarnos: ¿Estamos a salvo?

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