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Chistes sin gracia y política de errores

 

La política local se está convirtiendo en un auténtico chiste si gracia, que no deja bien parado a ninguna parte pero que sitúa en peor lugar a unos que a otros.

La obsesión del socialista Dionisio Muñoz por endosar asesores al Gobierno Imbroda raya todo límite admisible. En un intento desesperado por jugar al todo vale, por practicar esa política del ‘miedo’ que tanto tiempo afeó a los populares, el socialista señala ahora a tres destacados miembros de la Asociación Religiosa Musulmana de Melilla como ‘asesores’ activos del presidente de la Ciudad que, a la vez, acuden a rendir pleitesía a Mohamed VI con ocasión de la reciente visita a Nador del monarca alauí.

Yo creía que el PSOE local abogaba por las buenas relaciones con el vecino país y que consideraba un acto antipatriótico cualquier crítica a situaciones de tensión que, como el cartelito de la discordia, no debían, a su juicio, ni denunciarse ni comentarse en prensa.

Los hechos me demuestran que no, que el PSOE juega a dos barajas en un ánimo febril por señalar no se sabe qué contradicciones del Gobierno local. En mi opinión, los melillenses somos libres de acudir donde creamos conveniente siempre que no participemos en actos ilegales o dañinos para terceros. También creo de lo más razonable contribuir a estrechar lazos de amistad con el otro lado de la frontera, como de forma sistemática ha realizado, en un plano cultural, el Club Scorpio de Aventuras.

Si como ha sucedido en días pasados, Mohamed VI visita Nador para inaugurar importantes proyectos y se invita a melillenses que forman parte de una asociación religiosa, mal que nos pese, unida como todo el hecho religioso islámico en Melilla al vecino país, pues tampoco veo razón alguna para incurrir en un desplante y desatender la invitación.

Sencillamente, desde mi punto de vista, no tiene mayor relevancia, salvo para dar cuenta de lo que siempre he sostenido: que los musulmanes melillenses pueden ser los mejores garantes de nuestra españolidad, que debe insistirse en políticas que afiancen ese valor y que, además, constituyen por sí mismos un puente natural con el hinterland que nos rodea, lo que, por demás, resulta un valor añadido y no una desventaja negativa o una potencial amenaza a nuestra españolidad como pretende hacernos creer Dionisio Muñoz.

El discurso del socialista raya lo absurdo cuando se apoya en los amigos del presidente Imbroda en Facebook para achacarle extraños “contubernios” con “enemigos de Melilla y de España”. La carga dramática de su mensaje es proporcional a la boutade del supuesto del que parte para llegar a tamaña conclusión.

Desbarra, Dionisio Muñoz desbarra y resta valor a otro de sus argumentos que, en cambio, sí creo mucho más acertado, porque no se entiende ni se explica que el Gobierno local mantenga una posición de enfrentamiento abierto con la nueva Comisión Islámica, por mucho que esta resultara electa de forma extraña y mediante un sistema de votos que, si de algo adoleció fue, precisamente, de poco democrático.

Pero, a fin de cuentas, es la representación reconocida por tres de las cuatro asociaciones religiosas islámicas actualmente existentes en Melilla y aunque ninguna de ellas tengan la historia y tradición de la que preside Sid Driss Abdelkader, también hay que tenerlas en cuenta.

Ni es de recibo que Muñoz en su ánimo por ningunear a la asociación religiosa musulmana más antigua de Melilla la trate de minúscula, restándole todo valor, ni tampoco que el Gobierno local se empeñe en negar la evidencia. Le pasó con ‘Concord’, tuvo que corregir y ha vuelto a hacerlo porque no se puede condenar al ostracismo público a los grupos críticos, por mucho que no gusten, cuando de lo que se trata es de repartir dinero público. Es un error del Gobierno seguir dando de lado a la nueva CIM, por muy evidente que sea la estrecha vinculación de su dirección con CpM o su ánimo abierto por desprestigiar al Gobierno Imbroda. El ‘exilio de Mollina’, como algunos llaman con tono literario el primer congreso de la nueva CIM que se decidió celebrar en Málaga porque, supuestamente, en Melilla no había lugar ni apoyo institucional para llevarlo a cabo, no sólo dañó al conjunto de la ciudad sino también a una inoperante Administración central, la que controla en estos lares Gregorio Escobar y su alter ego Muñoz, incapaz de ofrecer alternativas y de paso apuntarse un tanto menos vergonzoso que el de desplazarse a Mollina para apoyar una convocatoria en el ‘exilio’, digamos voluntario más que forzado.

Tampoco tiene nada de gracia y menos de chiste que el Gobierno local responda a las críticas de la oposición con amenazas de demandas y denuncias. El PSOE quiere hacer del caso Serglobin una “gurtelita” melillense. Acallar las críticas socialistas al respecto no es nada que se consiga con amenazas judiciales sino con respuestas como las que se dieron en el Pleno de Control por parte del Ejecutivo Imbroda. Ir más allá, lejos de favorecer las tesis de quienes pueden aportar un respaldo legal a cuantos contratos se han hecho con Serglobin, lo que consigue es alimentar nuevas suspicacias y recelos.

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