La Delegación del Gobierno de Melilla no informó del cese de Diego Cobos (PSOE) como director de la Residencia de Mayores de la ciudad hasta que la diputada popular Isabel Moreno dio una rueda de prensa este lunes informando de la destitución, que ha sido recibida casi con aplausos porque un centro que nunca había sido noticia por sus problemas, en esta legislatura ha tenido de casi todo: especialmente calor por falta de aire acondicionado. También ha estado sin médico y con las habas contadas en la plantilla dedicada a atender a los usuarios.
¿Ha sido un acto de opacidad deliberada por parte de la delegada, Sabrina Moh? La cosa se entiende mejor si recordamos que el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, del que depende la Residencia de Mayores, está en manos de Podemos y que Diego Cobos, el director cesado, es militante socialista.
No hay que ser un lumbreras para intuir la batalla política. Esto ha sido una especie de estrangulamiento cordial entre los socios del Gobierno central. Partimos de que al inicio de la legislatura Podemos no nombró a nadie de su cuerda en la residencia de Melilla por motivos que desconocemos, aunque las malas lenguas dicen que fue una novatada de los de Pablo Iglesias que el PSOE aprovechó para adelantarles sin pudor por la derecha.
Sea como fuere, el nombramiento de Diego Cobos al frente de la Residencia de Mayores lo hizo el PSOE y sobre los socialistas recae ahora el peso de la lápida de la mala gestión. Lo que siempre ha sido un centro discreto, se colocó en el ojo del huracán debido a las innumerables quejas que usuarios, familiares y trabajadores han manifestado a lo largo de esta legislatura.
Básicamente, a Cobos se lo cargaron por no resolver los problemas. Se quejaba y pedía mucho a Madrid sin recibir absolutamente nada de lo reclamado al Ministerio. Obviamente, los problemas sin dinero no se resuelven, así que aunque nos dicen que él transmitía las necesidades de Melilla, lo cierto es que los de arriba pasaron de él (y de Melilla) y no movieron ni un solo músculo para solucionar ninguno de nuestros problemas.
Desde Madrid miraban la gestión del socialista convencidos de que la venganza es un plato que sirve frío. En el Ministerio de Derechos Sociales de Ione Belarra le dieron tiempo a Cobos hasta que estuvo lo suficientemente quemado ante la opinión pública local como para que su destitución no le doliera a nadie.
De esta forma, lo que en realidad podría definirse como una cacicada, a ojos de todo el mundo se ha convertido en un favor que Podemos ha hecho a los usuarios de la Residencia de Melilla, donde muchos odian a Cobos no solo por las penurias que han vivido durante su mandato sino también porque se quedaron fuera de la celebración de la Semana del Mayor que organizó la viceconsejera Fatima Kaddur, de CpM, a la que no fueron invitados los usuarios de la residencia de Melilla.
Nadie negó nunca que en la residencia se necesitaban refuerzos para la plantilla. De hecho, en junio de este año tenían 24 vacantes, incluidos las plazas de médicos. El centro debería tener tres facultativos (dos por la mañana y uno por la tarde) y antes del verano no tenía ninguno.
La justificación que se dio por entonces es que la reforma laboral ya no permite hacer contratos cortos y que no se podía reforzar la plantilla los fines de semana. Pero los problemas de la residencia no se concentraban temporalmente de viernes a domingo. Faltaban manos a toda hora.
El exdirector de la Residencia de Mayores pidió refuerzos una y otra vez y también lo pidieron los sindicatos. Pero Madrid siempre respondió que en Melilla se cumplen las ratios; que hay lo que hay que tener para atender a un centenar de usuarios.
Durante tres años Diego Cobos pidió dinero para arreglar el aire acondicionado de la residencia y ahora que lo cesan ha sido incluida una partida presupuestaria en las cuentas del año que viene para corregir los problemas de temperatura.
Con estos truenos no es difícil entender por qué la noticia del cese de Diego Cobos ha sido recibida con entusiasmo en la Residencia. A los usuarios, la mayoría grandes dependientes, no les importa de qué color político es la persona que les dirige, lo que quieren es tener un médico a mano que vele por ellos; y personal suficiente para cubrir sus necesidades. No nos piden limosnas. Están reclamando sus derechos porque la estancia en el centro no sale gratis.
Nuestros mayores han estado pagando estos tres años y pico por recibir servicios deficitarios en la Residencia de Mayores. La diferencia de criterios entre dos partidos de izquierda que gobiernan en coalición ha causado un daño irreparable entre nuestros mayores.
Sin embargo, hay que tener algo en cuenta: Diego Cobos es el director de la escasez de personal y del calor sofocante; pero también es el director que convirtió la Residencia de Mayores de Melilla en una de las menos afectadas por el coronavirus durante los dos años de pandemia.
En ese sentido su gestión fue impecable. De hecho, se ha granjeado enemistades por su excesivo celo a la hora de limitar las visitas a los mayores para evitar que el virus entrara a la residencia. Puede que a la hora de escoger entre el bienestar emocional y la salud, él priorizara la vida.
Con la marcha de Cobos se completa el relevo de tres de los altos cargos nombrados por la delegada del Gobierno de Melilla, que esta legislatura ha cesado también al director de Muface, Hilario Aceituno, y al director del Imserso, José Moya. Nunca antes hubo tantos ceses en la Delegación del Gobierno.
Esos dos cargos han sido ocupados por mujeres: Verónica Aznar (Imserso), nombrada después de que el puesto estuviera tres meses vacante; y Pilar Miralles, que ha ocupado la dirección de Muface, un organismo descabezado durante cuatro meses. A ver lo que tarda ahora en buscar reemplazo para Cobos.
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