“Actualmente hablamos de 900 refugiados alojados en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), de los cuales 200 son niños y de ellos, cerca de 170 son menores sirios”. Así de contundente se mostró la oficial de protección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Margarita de la Rasilla, al exponer los datos sobre los niños refugiados en la ciudad en una ponencia realizada ayer en el Palacio de Exposiciones y Congresos (PEC) de Melilla.
Un equipo permanente de tres personas de Acnur en la oficina de la ciudad autónoma analiza la situación que viven los menores refugiados que llegan a Melilla junto a sus padres, pero que son separados de ellos por determinadas circunstancias a su llegada a Beni Enzar.
De la Rasilla señaló que esta jornada, desarrollada en colaboración con la Consejería de Bienestar Social, tenía como objetivo identificar los principales problemas que surgen a la hora de mantener la unidad familiar de estos menores refugiados y ver qué soluciones se podrían aplicar. A ello añadió la necesidad de ver qué protocolo se podría definir para todos los actores involucrados, entre los que mencionó los profesionales de la infancia, las autoridades competentes, la policía, la fiscalía de menores y personal del CETI. “La problemática es muy amplia. Este colectivo tiene muchas necesidades específicas que no siempre se pueden atender como se debería”, explicó la oficial de protección de Acnur.
De acuerdo con De la Rasilla, una de las principales trabas con las que se encuentran las familias de refugiados con hijos menores es la tardanza a la hora de demostrar los vínculos familiares de los niños mediante pruebas de ADN, que pueden prolongarse entre las tres semanas y los tres meses. Este periodo de tiempo ralentiza el proceso para que abandonen el CETI y puedan ser reubicados en otros centros de la península con el fin de cubrir sus necesidades de una forma más personalizada.
Pruebas de ADN
Esta tardanza puede darse por problemas en el laboratorio a la hora de hacer las pruebas o porque la familia haya ingresado en el centro a modo de cuentagotas tras su paso por la frontera. Según De la Rasilla, normalmente primero entran los padres por Beni Enzar y, posteriormente, los menores junto a hermanos mayores debido a circunstancias complejas. La identificación de los niños por parte de la policía fronteriza y la intervención de la Fiscalía y otros agentes competentes alargaría los trámites que dificultarían la reunificación familiar, algo que quieren acortar desde Acnur para evitar el sufrimiento y estrés que esta situación produce sobre todo a los niños.
“Se quiere coordinar la actuación entre los órganos involucrados con el fin de ofrecer los mejor para los intereses del menor en materia de protección de la infancia”, concretó De la Rasilla. De esta forma, desde Acnur buscan una solución para acortar los tiempos de separación de los menores con sus familiares y hacer que el proceso sea “menos traumáticos para todos los involucrados”.
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