La próxima semana los alumnos de la Región de Murcia retomarán las clases presenciales los cinco días de la semana. Hasta ahora ésta era la única autonomía que mantenía clases presenciales sólo 4 días en los colegios, con los gastos que esta decisión política acarrea, especialmente al bolsillo de los padres de Infantil y primeros cursos de Primaria que no están teletrabajando y que, por tanto, deben pagar cuidadores particulares que se encarguen de sus hijos en caso de que los abuelos aún no estén vacunados contra el coronavirus o que, simplemente, no tengan abuelos cerca o vivos.
Además, en la Región de Murcia ya han advertido a las familias de que para recuperar el tiempo perdido por la semipresencialidad, el curso escolar se extenderá hasta el 28 de junio al menos en Infantil.
El lunes pasado la diputada popular por Melilla, Isabel Moreno, preguntaba a la Dirección Provincial de Educación de esta ciudad cómo se van a organizar las clases el próximo curso escolar. La pregunta es necesaria, pero, en mi opinión, debería ir precedida de otra más importante: ¿Se va a hacer algo aquí para recuperar las horas lectivas perdidas este año?
Mal vamos si creemos que la organización de las clases desde septiembre no tendrá consecuencias en el aprovechamiento académico de los alumnos de Melilla. En todas partes ya han notado un aumento del abandono escolar. Pues imagínense aquí, donde somos líderes históricos de esas estadísticas nacionales.
La pandemia nos cogió en Melilla con pocos colegios, déficit de profesores, escasas camas hospitalarias y sin ordenadores en las casas. No estamos en nivel de alerta 4 de 4 porque Dios nos castiga. Lo estamos porque carecemos de recursos (incluso cívicos) para enfrentar una catástrofe de esta magnitud con servicios públicos francamente deficientes.
Sólo hay que ver que no ha sido hasta este mes de abril que han empezado a llegar a las autonomías (entre ellas, Melilla y Ceuta) los primeros ordenadores para el alumnado más vulnerable, comprometidos en el programa Educa Digital, al que el Gobierno central ha destinado 230 millones de euros.
No podemos resignarnos al más vale tarde que nunca. No es de recibo que a falta de dos meses para que acabe el curso llegue un material imprescindible en septiembre, cuando ya se sabía que la pandemia del coronavirus abarcaría buena parte del curso escolar que recién comenzaba entonces.
Pero aquí en Melilla no hemos visto manifestaciones por ello y podríamos pensar que al no haber ruido, no hay problema. Pero no es así. Que los padres de los alumnos más vulnerables y sin recursos económicos para seguir las clases online desde sus casas no hayan salido a protestar no significa que no exista el conflicto. Significa que los que no tienen voz siguen sin tenerla. Y cada vez tendrán menos si seguimos aislándolos de nuestro sistema de enseñanza.
Hay que ser conscientes de que esto (la pandemia) ha pasado ahora, pero puede volver a ocurrir. De momento no sabemos cuánto tiempo nos va a durar la inmunización que se persigue con las vacunaciones masivas. En junio de 2020 dimos por hecho que entrábamos en una nueva normalidad y después de eso ya han llegado otras tres olas de rebrotes descontrolados.
Nadie puede afirmar que el fin de los contagios por coronavirus está a la vuelta de la esquina, pese a que vemos que en Australia e Israel ya hacen una vida medianamente normal sin mascarillas. Aquí las vacunas siguen llegando a cuentagotas y aún se desconoce qué va a pasar con los melillenses que recibieron la primera dosis de AstraZeneca y debían haber recibido ya la segunda inyección.
Este año ha llegado muchísimo dinero a Melilla para Educación y Cultura. Hay quien critica que con esos fondos se están sufragando proyectos que debería asumir el Gobierno central, pero yo creo que lo importante es que vayamos tapando agujeros, sea de quien sea la responsabilidad.
Luego, a la hora de votar, veremos si quienes hoy están en la Moncloa merecen o no nuestro apoyo en las urnas. Lo que no podemos es destinar cantidades ingentes de euros a financiar iniciativas que pueden esperar mientras tenemos otras inaplazables sin ejecutar porque a Madrid se le sigue olvidando que Melilla es una responsabilidad suya y no de la Ciudad Autónoma. Ahora hay que ir a lo importante.
Isabel Moreno hace bien en preguntar por el futuro, pero tal y como está el patio, yo me plantearía preguntas sobre el aquí y ahora. Creer que a un niño de Infantil no le afecta que le recorten a la mitad el horario lectivo porque no va a perder la carrera por esto, es como considerar que la educación y los recursos de los que disponemos en los hogares no influyen en el desarrollo de nuestros hijos.