La excusa de colocar una rampa de acceso para personas discapacitadas ha llevado a la Directiva del Casino Militar a modificar la fachada de un edificio histórico. Esta acción le costaría a cualquiera una fuerte multa y el desahucio de los titulares del inmueble. Sin embargo en Melilla hay ciertas personas y entidades que parecen tener bula para realizar cualquier cosa al margen de las leyes vigentes.
En la entrada principal del Casino, en la Plaza de España, apenas había cuatro escalones en los que hubiese sido muy fácil instalar un acceso adecuado para personas con discapacidad, pero en nuestra ciudad, lo más sencillo y lo legal no es siempre la solución que se busca, como es el caso.
Hace unos años el Casino elevó en un piso, ampliando el salón superior, la fachada que da acceso al pasadizo del Tte. Coronel Emperador (militar golpista que asaltó la Base de Hidroaviones en 1936).
Ahora, años después de aquella acción, que suponemos se haría con los permisos legales, vuelven a modificar la fachada abriendo una puerta lateral en una fachada, suponemos también que con permiso de obras, lo que supone una modificación de fachada en un edificio histórico, inadmisible en cualquier lugar del mundo.
Quizá la razón sea que se busca una entrada directa a la cafetería o simplemente no tener que pasar por debajo del escudo de La II República que todavía permanece en la entrada principal. En cualquier caso, si la obra cuenta con los permisos legales, deberíamos preguntar en qué piensa la Comisión de Patrimonio del Ayuntamiento de Melilla al autorizar semejante despropósito y si el Patrimonio Histórico de los melillenses está a salvo con semejantes gestores.
El la zona trasera del Casino Militar, la que linda con la plaza de Las Culturas, existe un gimnasio, unos 10 apartamentos y varias viviendas que alquila el Casino Militar y que todavía no cuenta con ascensor, pese a que son escaleras muy empinadas y cuya altura hace obligado la instalación del ascensor, cosa que todavía no se ha hecho, pese a que se realizan en su interior actividades residenciales y deportivas.
Así pues, antes de hacer lo que manda la ley, se prefiere hacer lo que no aconseja nadie, que es modificar la fachada de un edificio histórico situado en pleno centro de Melilla.
Hace apenas cinco años, el Casino Militar despidió en los días previos a La Navidad a los trabajadores de la cafetería, que llevaban desempeñando esa labor toda su vida. Desde entonces la cafetería del Casino ha funcionado a trancas y barrancas. Ya ha habido tres concesionarios de la cafetería y el último, suspendió ayer día 12 de julio sus actividades, al no serle renovada la concesión.
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