Una fuerte tromba de agua ha dejado media Melilla inundada. Sobre las 11 y media de la mañana acceder al centro de la ciudad era misión imposible: calles cortadas, innacesibles, transformadas en enormes ríos de una fuerza inusitada. El olor a alcantarilla inundaba el aire. Gente esperando a un lado y a otro de las calles, sin posibilidad de moverse.
El día amaneció nublado, con fuertes vientos. La Agencia Estatal de Meteorología ya avisaba de que se esperaban lluvias y alguna que otra tormenta. La previsión establecía la alerta desde las cuatro de la madrugada, pero nadie imaginaba que estas aguas desencadenerían en una DANA, similar a la que vivió Melilla hace un año en abril.
Alrededor de las diez y media de la mañana, comenzó a llover. En Calvo Sotelo el agua corría hacia abajo, formando un pequeño río que descendía hacía el centro de la ciudad, buscando su camino hacia el mar.
Las alcantarillas rebosaban el agua, sin poder contener la cantidad de litros que el cielo estaba soltando sobre Melilla. El Tesorillo se encontraba también ya inundado pasadas las 11 de la mañana, anegada en agua y con coches a los que les resultaba difícil poder desplazarse.
El agua que caída desde arriba caía como una cascada por las famosas escaleras de Calvo Sotelo, una espectacular estampa que dejaba boquiabierto a todo el que pasaba por allí. Algunos coches intentaban pararse momentáneamente para capturar la estruendosa fuerza con la que descendía la corriente de agua por allí.
Conducir por allí ya era complicado, pero conseguir llegar hasta el centro de la ciudad era una tarea muy difícil, casi imposible durante esa media hora en la que el cielo descargó contra la ciudad todo el agua que llevaba conteniendo estos días.
Dispositivos policiales se repartían en los alrededores de la manzana, indicando a los melillenses que intentasen acceder por otra zona. El Parque Hernández se había convertido en una ratonera para muchos ciudadanos, que se encontraron con el paso bloqueado para salir por General Marina y la calle Luis de Sotomayor.
Esta última se encontraba totalmente inundada. Algunos autobuses intentaban seguir su camino por allí, pero parecía que estaban atravesando el mismísimo Amazonas. La estampa era igual en General Marina, que había formado un río de gran caudal y el agua bajaba con fuerza hasta Plaza de España.
La corriente no dejaba que nadie pudiera cruzar andando hasta O'Donnell y por General Marina, que además se encuentra en obras, es imposible acceder. Algunos melillenses echan fotografías sobre lo que está sucediendo. Se suben a lo alto de las rejas del Parque Hernández, para ver con claridad todo lo que está sucediendo. Otros van de un lado a otro, intentando encontrar una salida para poder llegar hasta su destino.
Los que bajan hacia Plaza de España por el Parque Hernández se encuentran también su camino bloqueada. La plaza está, como el resto del centro, totalmente inundada. Pero por aquí los coches van cruzando lentamente hasta conseguir salir de aquel estanque en el que se han convertido.
Varios ciudadanos esperan a que el agua disminuya en el restaurante Nuevo California, refugiados de la tromba de agua que acaba de caer en Melilla. Las nubes comienzan a despejarse y los rayos de sol comienzan a despuntar. Son más de las doce del mediodía y la temperatura cambia en un abrir y cerrar de ojos.
A pesar del momentáneo calor que recorre el ambiente, la estampa sigue siendo desoladora. Las alcantarillas no pueden tragar la cantidad de agua que ha caído y todo continúa inundado. Algunos melillenses, los más valientes, se atreven a cruzar de un lado a otro de la plaza: algunos van en bicicleta, otros se quitan los zapatos y remangan los pantalones. El resto esperan contra las paredes a que amaine la tromba de agua para poder continuar con su camino.
Las olas que forman los coches al pasar rompen en las puertas del Palacio de la Asamblea. A pesar de que el sol ya brilla en la ciudad y hace rato que no cae ni una sola gota de agua, las calles continúan anegadas en agua hasta que, poco a poco, disminuya el nivel de agua.
Ahora queda la peor parte. Los destrozos. Muchos comercios del centro que estaban abiertos en esta mañana de sábado han visto como el agua irrumpía en sus tiendas. Algunos intentan "limpiar" el agua con escobas y con cubos, pero el día ya está hecho.
No comprendo por qué la gente es tan cerda y siguen echando toallitas al water cuando se ha dicho por activa y por pasiva que son súper contaminantes. El espectáculo de la mierda en Melilla cuando llueve es bastante tercermundista.