Desde que el caballero jerezano, D. Pedro de Estopiñán y Virués, por mandato de los Duques de Medina-Sidonia hace más de 526 años arribó a nuestra orilla, el destino de Melilla ha estado permanentemente ligado a Andalucía. En estos siglos de historia conjunta, los melillenses hemos pertenecido eclesiásticamente a la Diócesis de Málaga; hemos sido parte de la IX Región Militar conocida como Capitanía Militar de Granada y luego a la de Sevilla; universitariamente, los melillenses en su gran mayoría se desplazaban a Granada a estudiar y divertirse, cuando tocaba; también los temas judiciales se han dirimido tradicionalmente en instancias superiores de Málaga y Granada. Y, por proximidad, muchos melillenses se han ido a vivir sus últimos años, principalmente, a Málaga y Almería.
Cierto es que la unión de Melilla y Andalucía no es solo de carácter administrativo sino también cultural y afectivo. En Melilla, las costumbres milenarias en su mayor parte han sido heredadas de Andalucía y durante cientos de años las hemos hecho nuestras. Desde hace relativamente muy poco (unas décadas en relación a varios siglos no son nada) dada la realidad de nuestra multiculturalidad -por cierto, la misma que hubo en Toledo hace siglos- nos hemos ido acostumbrando a compartir costumbres importadas de otras culturas, pero las raíces de Melilla siguen siendo andaluzas aunque muchos pretendan renegar de ellas en la actualidad.
También es cierto que cuando España se organizó en Comunidades Autónomas en el 1978, algunos políticos -por intereses puramente partidistas- nos dejaron fuera de la de Andalucía -por cierto, con gran desilusión por mi parte- y se inventaron ‘eso’ de Ciudad Autónoma -un híbrido absurdo entre Ayuntamiento y algo más- para cerrar el mapa constitucional. Y así nos ha ido todos estos años en los que no somos ‘ni chicha ni limoná’ y ni pinchamos ni cortamos en las grandes decisiones y estrategias de la política nacional e internacional.
Desde que Marruecos inició su ‘guerra híbrida’ sobre nuestras ciudades, no dejamos de oír que hay que “mirar al Norte” buscando nuestro futuro. Y me parece bien. Nuestra centenaria empresa familiar, sin abandonar nuestra querida Melilla, decidió hace ya 26 años ‘dar el salto’ y ampliar nuestra actividad en la otra orilla, concretamente, en Andalucía. Y, por suerte y gracias al esfuerzo de nuestra gente, podemos decir que nos ha ido bien. Y a Melilla le puede ir bien si conseguimos llegar a establecer unas relaciones especiales con Andalucía como está previsto en ambos Estatutos de Autonomía.
Por eso, la decisión de retomar y actualizar el Acuerdo Marco de 2019 me parece una decisión importante y que nos puede venir muy bien para poner en marcha algunas de las actuaciones del Plan Estratégico de Melilla 2020-2029 y que, lamentablemente, está cogiendo tanto polvo como los anteriores. Ya que tenemos tan cerca y a mano a Andalucía sigamos profundizando en la puesta en marcha de nuestro Plan Estratégico que, en el aspecto económico, se basa en tres pilares: turismo, formación profesional y universitaria y desarrollo de la industria y servicios digitales.
De Málaga, podemos aprender mucho y beneficiarnos de su capacidad de atracción turística al igual que de la de Sevilla o Granada con las que también estamos conectados por vía aérea. La colaboración con los Patronatos de Turismo y los operadores turísticos que ya funcionan en Andalucía puede ser fundamental y tendríamos mucho trabajo adelantado. Nos quedaría por solucionar el gran problema del elevado coste de los desplazamientos a Melilla y alguna infraestructura hotelera más. Tampoco deberíamos dejar de evaluar la presencia conjunta de Andalucía, Ceuta y Melilla en FITUR y otros eventos del sector turístico.
Respecto al desarrollo de la Formación Profesional -incluido y valorado en 55 millones de euros en el Plan Integral de Mº de Política Territorial- no se ha vuelto a saber nada ni se ha visto un euro en los PGE o de los Fondos Next Generation. Hay que exigir al Gobierno de España que se ponga las pilas cuanto antes sin olvidarnos de tirarle los tejos a las dos grandes empresas andaluzas líderes en FP, CESUR y MEDAC -fundada por nuestro añorado Javier Imbroda- que podrían dar el salto a nuestra ciudad. Y, en el ámbito universitario, la ambiciosa apuesta de llegar a 5.000 alumnos requiere de un gran esfuerzo administrativo y económico: dotación de infraestructuras y de soluciones habitacionales para estudiantes y profesores; creación de nuevos Grados y la correspondiente dotación de profesorado; facilidad de desplazamientos con lo que volvemos a topar con el alto coste de los mismos. Quizás el esfuerzo inversor pueda venir de la colaboración público-privada con alguna Universidad privada de las que ya están operando en Andalucía a pleno rendimiento (Loyola, CEU San Pablo) si la UGR -por sí sola- no puede hacer más de lo que se ha comprometido hasta ahora con Melilla.
Para el desarrollo de los Polos Digitales y Centros Tecnológicos en nuestra Ciudad podemos ser un complemento a los existentes en Andalucía. Tenemos un atractivo fiscal para las empresas digitales que no tienen allí. Sepamos aprovecharlo mientras que al Gobierno de turno no se le vuelva a ocurrir quitarnos las ventajas que tenemos como ha hecho el de Sánchez con la bonificación automática del 50% de las cuotas empresariales a la Seguridad Social. Y, para ello, solo necesitamos salir a vender nuestras ventajas fiscales asistiendo a los Foros adecuados y llevando a cabo acciones comerciales de forma profesional. La Agencia TRADE es un gran instrumento para ello.
Todos estos aspectos se deberían incluir en el Acuerdo con la Junta de Andalucía y, sobre todo, detallar acciones y planes concretos en la Adenda que se vaya a consensuar. Estoy convencido que nuestra actual diputada, Sofía Acedo -nombrada delegada para las relaciones con Andalucía- sabrá llegar a acuerdos concretos con su homónimo en el cargo por parte de Andalucía a la que, personalmente y por muchas razones, siempre he considerado como nuestra ‘hermana mayor’. Tenemos una gran oportunidad para desarrollar el Plan Estratégico y no debemos desaprovecharla dada la buena sintonía política entre los actuales gobiernos de Melilla, Ceuta y la Junta de Andalucía.
Por último, quiero recordar las palabras y el consejo que nos dio el alcalde de Málaga, Paco de la Torre, en su intervención en la primera jornada informativa del PEM: “Para que el Plan Estratégico tenga éxito se necesita lealtad y colaboración entre Administraciones y la colaboración público-privada, adaptar las estrategias y los proyectos al contexto cambiante y a las fuentes de financiación disponibles y, sobre todo, consenso y generosidad por parte de todos”. Hagámosle caso y pongámonos en marcha sin más dilación.
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