Pedro J. Bueno Fernández (Melilla, 20 de agosto de 1961) Pedro J. Bueno es mucho más que un profesor de inglés. Durante el confinamiento escribió de sus impresiones junto a su amigo Ángel Castro y los dos materializaron esto es un libro: ‘Un solo doble. Dos miradas y un encierro’. Y no es el único que ha escrito porque ya fue el autor de ‘Asesinato en el Madison’. Además, le hemos podido ver sobre los escenarios de la ciudad en varias obras de teatro.
Tiene dos hijos, Rocío y Pedro J. Junior y su mujer se llama Virginia.
En cuanto a su filosofía de vida, afirma que “debes hacer siempre lo mejor por los demás y, si no puedes, no sabes o no quieres, por lo menos, no des el follón a los que lo están intentando”. Y apunta: “Y no le pidas demasiado a la vida. Si no te da lo que quieres, ¿a quién le vas a reclamar?”.
–¿Cómo se describiría a nivel personal?
–Un tipo sencillo con la enorme suerte de tener buenos amigos.
–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
–Los pantalones cortos. Los tengo a montones.
–¿Le gusta llevar alguna joya? ¿Tiene algún significado especial?
–Siempre llevo al cuello un crismón de plata. Es un recuerdo muy especial de mi cuñado José Carlos, que murió demasiado joven hace ya algunos años y de Maria Jesús, hermana de mi mujer y casi la mía también.
–Expresión melillense que más use o que le llame la atención
–Me gustaba cuando antes decíamos: “Voy a un mandao”.
–Un rincón de Melilla del que nunca se aburre de visitar.
–El Dique Sur al amanecer. Es el mejor sitio de la ciudad para sentirte vivo y un lugar excelente para conversar con gente interesante y sabia. Y si rezas, a esa hora es mejor que una catedral.
–Su libro favorito. ¿Cuándo leyó el último?
–Tengo debilidad por la obra de Gary Jennings. Cualquiera de ellos es una joya, aunque quizás ‘Azteca’ sea el mejor. Nunca hay un ‘último libro’. Siempre ando liado con dos o tres a la vez.
–¿Películas o series? ¿Alguna favorita?
–Me gusta lo mismo una buena peli que una buena serie. Mi película favorita es ‘Los tres caballeros’, una maravilla de Disney de 1944. Verla con mis hijos me quita años de encima y no cabe duda de que el Pato Donald sigue siendo un referente.
–Mi tiempo libre lo dedico a...
–Leer un buen libro en la playa, un día de poniente clarito mientras me fumo un puro, que no hace falta que sea muy bueno ni nada, es una de mis actividades favoritas.
–Un recuerdo de la infancia.
–Ir con mi padre al puerto a pescar palometas.
–Un juguete.
–Daría lo que fuera por encontrar un pingüino que se tiraba por un tobogán y volvía a subir por una escalerilla. Era un juguete de mis hijos que me dejaba hipnotizado. Algo fantástico. Insuperable.
–Su fiesta favorita.
–Cualquiera a la que pueda ir con Virginia termina siendo una gran fiesta. Y a veces, un gran peligro.
–¿Cocina? ¿Se le da bien?
–Me encanta la cocina. No se me da mal. Soy creativo y voluntarioso, aunque no siempre acierto al 100%. De todas maneras, al cocinar, el cariño que pones es lo que importa. Tampoco Manolete cortaba orejas todas las tardes.
–No puede resistirse a un plato de...
–Salmorejo. En casa tengo a una campeona mundial y finalista europea de salmorejo.
–¿Qué tarea del hogar no soporta?
–La plancha. Aunque creo que debo haber planchado más de tres camisas en mi vida no consigo cogerle el truco.
–¿Personaje histórico que le llame la atención?
–Me fascinan los exploradores polares de principios de siglo XX, Scott, Amundsen y Shakelton. Sobre todo, este último porque, además de un gran aventurero, fue un tipo noble e increíblemente leal con sus compañeros.
–Si pudiera viajar al pasado, ¿a qué época le gustaría ir?
–A aquella en la que iba al puerto a pescar palometas con mi padre.
–¿Viajaría al futuro?
–Por cómo van las cosas ahora mismo, no creo que el futuro vaya a quedar tan bonito como para que a mí me apeteciera, en un momento dado, ir a echar un vistazo.
–¿Es supersticioso?
–Bueno, tengo mis manías.
–¿Se arrepiente de algo?
–De algunas cosas. Ninguna demasiado grave, pero sí, de unas cuantas cosillas.
–¿Cuál es su principal miedo?
–Me da miedo perder gente, perder amigos, familiares… Me tengo por un tipo valiente, pero ante eso, no lo soy en absoluto.
–Algo que deteste de usted mismo.
–De mí mismo no detesto casi nada, pero tampoco es que esté tremendamente orgulloso de Pedro J. Bueno. Este tío es muy normalito. Os lo digo yo, que lo conozco bien.
–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.
–Pontones Alto, en la sierra de Cazorla. A veces sueño que estoy allá arriba y me despierto más feliz que todo.
–Si le tocara la lotería…
–A mí la lotería ya me ha tocado en la vida. Si le tiene que tocar a alguien un dinerillo, que sea a alguien a quien le haga más falta. Luego, ya, si quiere y eso, que me dé algo para un caprichillo.
–Un chiste.
–¿Qué hace un topo en un quirófano? Topera.