Opinión

Carraca europea: cita estival en Melilla

Parada y fonda tras el periplo marino

Aunque el paso de las carracas europeas (Coracias garrulus) por la zona de la Guelaya es en muchas ocasiones bastante breve, el verano pasado no faltaron a su cita, y aproximadamente a mediados de julio se pudieron observar ejemplares solitarios reponiendo fuerzas en diferentes enclaves de la periferia de Melilla antes de proseguir su larga migración hacia el centro y sur del continente africano. Hasta finales del verano irán llegando al cabo Tres Forcas después de cruzar el brazo de mar que nos separa de la península en un trayecto que a menudo las deja exhaustas y que algunas nunca llegan a culminar. Es muy frecuente que se paren a descansar en las embarcaciones que navegan por el mar de Alborán, sorprendiendo a sus tripulantes con su elegante plumaje del color del cielo.

Posaderos y atalayas de caza

A su llegada al cabo se afanan en recuperarse del gran esfuerzo realizado cazando escarabajos y todo tipo de invertebrados en las llanuras y campos de cultivo. No suelen alejarse mucho de las arboledas, pues en ellas se refugian para pasar la noche y también acuden a ellas en cuanto sienten una amenaza. El sonido que emiten cuando advierten un peligro es muy similar al que producen las carracas de madera, de las que han recibido ese nombre tan peculiar. El tendido eléctrico y los postes que lo soportan les ofrecen una atalaya para localizar a sus presas, por lo que es muy común verlas posadas en ellos durante las semanas que dura su estancia, aunque siempre que puedan elegirán un árbol seco, igual de útil como atalaya por estar despejado de hojas, pero además con posaderos más cómodos para ellas. Cuando localizan una presa se apresuran a darle caza con un vuelo elegante y efectuando giros acrobáticos en los que su plumaje azul brillante se muestra en todo su esplendor. No en vano muchos melillenses conocen a estas aves con el nombre local de “azulones”.

Los algarrobos de la Granja

Hace ya bastantes años las carracas paraban habitualmente en la antigua Granja Agrícola, situada en donde actualmente se encuentra el Parque Forestal, durante los pasos migratorios. Los campos de cebada de la Granja ofrecían un territorio de caza ideal para las carracas, y la hilera de grandes algarrobos que flanqueaban el camino de entrada eran un refugio inmejorable. Hoy en día esos grandes árboles, que constituían todo un patrimonio natural para la ciudad, podrían seguir siendo un excelente refugio para la fauna local y la de paso, pero por una desgraciada decisión de las autoridades ambientales de entonces estos árboles fueron arrancados, un acto cuya irracionalidad se hace más evidente con el paso de los años.

Ave del año 2012

Como ocurre con tantas otras especies, el cabo Tres Forcas es un lugar privilegiado para observar estas bellas aves. Sólo en estos lugares que son paso obligatorio para las especies migrantes por su situación geográfica se pueden ver a ciertas aves en grupos, cuando en sus lugares de destino en Europa sólo se pueden observar solas o en parejas; la carraca es una de ellas. El que hoy en día cueste más trabajo verlas no es casual; el número de carracas está decreciendo peligrosamente. Este hecho motivó que SEO/Birdlife declarara a la carraca como ave del año en 2012. La intención era llamar la atención sobre su declive y comenzar a actuar sobre las causas que provocan este declive, siendo la principal de ellas, una vez más, la pérdida de hábitat provocada por la transformación de los huertos tradicionales en campos de cultivo intensivo, un proceso que en los últimos años se ha convertido en la principal amenaza para la biodiversidad en la península y Europa. Para las aves insectívoras de tamaño medio como las carracas estos cambios son especialmente duros, pues la agricultura intensiva, además de eliminar su hábitat, envenena a sus presas con plaguicidas e insecticidas químicos.

Pero, por lo pronto, las carracas han vuelto a cumplir con su cita estival en Melilla, y un año más nos dan la oportunidad de observarlas mientras recuperan sus fuerzas.

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