El senador emérito Carlos Benet baraja presentar una candidatura alternativa a la presidencia del PP de Melilla. Según ha comentado a El Faro, su idea es forzar un cambio en la dirección regional y, por eso, si alguien con más fuerzas físicas que él se decidiera a presentarse en el congreso regional que viene a la vuelta del verano, asegura que le daría paso retirando su intención de liderar el partido del que es fundador en la ciudad.
Benet es el primero (y puede que el último) en romper las filas, que parecían prietas desde la victoria del Partido Popular de Juanma Moreno por mayoría absoluta en Andalucía. Cuando el agua parecía volver a su cauce, nos llega el impulso del senador que ha invitado públicamente a Imbroda a dejar la primera línea de la política para dar paso a savia nueva. Me consta que le gustan Sofía Acedo y Manuel Ángel Quevedo que, por cierto, también gustan a Imbroda.
A nadie se le escapa que Benet, padre del Estatuto de Autonomía, no simpatiza ni empatiza con Juan José Imbroda ni con su continuidad al frente del partido porque teme que a pesar del empuje que Feijóo ha dado a los populares en toda España, en nuestra ciudad no se consiga ganar por mayoría suficiente y sea necesario tirar de aritmética para gobernar buscando un pacto con Vox, con los socialistas, con CpM o con quien sea. También está convencido de que por este camino perderán el diputado que estuvo a punto de caer del lado de Coalición por Melilla en las pasadas generales.
Pero mucho me temo que en la mente de Feijóo no está hacer cambios en los territorios y buscar la confrontación a nueve meses de las elecciones municipales. Eso sería suicida. Prueba de ello es lo que ha ocurrido en Murcia, donde la Dirección Nacional medió para que la alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, no se presentara y de esta forma poder llegar al Congreso Extraordinario con el lema de unidad. Para conseguirlo, se firmó un pacto verbal, que el presidente de Murcia no ha cumplido en los términos en los que prometió hacerlo, a juzgar por las conversaciones de WhatsApp que se han publicado en la prensa regional. Ha sido todo muy gore.
Allí la unidad saltó por lo aires y dejó en evidencia a Miguel Tellado, vicesecretario de Organización de Feijóo, que fue quien medió para llegar al Congreso de Murcia con la bandera blanca ondeando entre las tropas.
Sin embargo, fuentes cercanas a la alcaldesa de Archena, tan cercanas que al parecer estaban al tanto de todo, aseguran que Tellado no quiso que el acuerdo del reparto de cargos de la Ejecutiva de Murcia, pactado para llegar con una candidatura de unidad, llevara el sello de Génova porque "el PP no es Podemos". Pues para no ser Podemos el espectáculo que han dado supongo que les habrá hecho reflexionar, sobre todo, a quienes se fíen de pactos sin firmar que luego no se cumplen y si te he visto no me acuerdo.
Eso desemboca en una situación letal con las elecciones a la vuelta de la esquina porque hace que el partido se desangre con luchas internas a nueve meses de pasar por las urnas. Y ya se sabe, los electores no solemos apoyar a la gente que no es capaz de llevarse bien ni con los suyos.
Doy por sentado que Juan José Imbroda será el candidato único al Congreso del PP de Melilla. Él quiere, tiene ganas y no creo que tenga problemas para conseguir tantos avales como militantes hay en Melilla, deseosos de volver a ver a su partido gobernando en la ciudad.
Queda muy poco tiempo por delante para experimentos. Imbroda tenía los días contados con Casado, pero ese dato no nos vale como termómetro porque por esa regla de tres también a Ayuso le quedaba un telediario.
Es cierto que las primarias abren en canal a los partidos, pero la labor de los líderes es buscar la unidad hasta encontrarla. La integración de la candidatura perdedora no puede verse como tener al enemigo en casa. No debe ser fácil, supongo, pero en política no hay nada fácil. Todo es cuesta arriba y cuando crees que has llegado a una zona valle, te vuelves a precipitar hacia el fondo y hay que volver a subir.
Melilla merece un PP fuerte porque ya hemos comprobado que en este país todavía no estamos preparados para gobernar en coalición. Nos falta sentido de Estado. Eso sólo se conseguirá el día que España y los españoles no tengan que competir con las siglas de los partidos políticos.
Para una ciudad como Melilla el ejemplo de Canarias o Teruel animan a pensar que el bipartidismo no resuelve los problemas que llevan años enquistados y sin resolver ni por unos ni por otros . No es normal que en pleno siglo XXI tengamos los problemas de transporte que tenemos a pesar de disfrutar de los mejores contratos de la historia.
Basta con darse un paseo por el centro de Melilla y reparar en las decenas de comercios cerrados para entender que nuestra situación es límite. Basta con viajar en el barco de Almería para apreciar escenas tercermundistas. Y cuando peor estamos llega la tragedia de la valla y nos pone una etiqueta planetaria. Aquí no hay esperanzas a la vista. Somos una ciudad pobre y triste, con muchos políticos que siguen sin percibir la magnitud de la tragedia.
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