El colectivo Caminando Fronteras ha denunciado, en un informe presentado este miércoles, que las autoridades de España y Marruecos han empleado la represión de la "masacre" en la valla de Melilla del pasado 24 de junio para normalizar las "estrategias militares violentas" contra los migrantes.
"El escenario creado por los países, aun con las imágenes que demostraban la violencia empleada, ha sido la confirmación de la necesidad de este tipo de intervenciones contra las personas migrantes", dice el estudio, titulado "Derecho a la vida".
"En el relato oficial, los refugiados son una masa sin historias y sin nombres en un ejercicio cada vez más violento de exponer su otredad, haciéndoles merecedores de la violencia y la muerte", sentencia.
Además de hacer un análisis del salto a la valla de Melilla del pasado junio, el informe refleja que durante el primer semestre de este año 978 personas han muerto tratando de llegar a España, una media de cinco al día.
Concretamente en el salto a Melilla, Caminando Fronteras asegura que 40 personas perdieron la vida, pero que de acuerdo a los testimonios recabados la cifra podría ascender hasta los 62 muertos.
Desde el pasado mes de mayo, de acuerdo con el informe, los asentamientos en los bosques marroquíes en los que se refugiaban los migrantes se convirtieron en un "espacio de guerra", donde los militares intervenían varias veces por semana para disolver los asentamientos mediante el uso de gases.
En cada redada, prosigue el documento, los refugiados perdían las pocas pertenencias materiales que tenían y sentían que se les deterioraba la salud física y mental.
"Lo que no quemaban te lo robaban: el teléfono para que no pudieses contactar y pedir ayuda, los pocos dirhams que pudieses tener en el bolsillo. Los militares se quedaban con todo y cuando no eran ellos eran los bandidos que les acompañaban durante las redadas", dice un migrante que se encontraba en el lugar, según los testimonios que recoge Caminando Fronteras.
La sucesión de redadas hizo que se desplazasen cada vez más cerca de Melilla y, tras el ataque que sufrieron el 23 de junio, un grupo de cerca de 1.800 personas, la mayoría sudaneses, decidió huir hacia la valla, dice el documento.
Desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde hubo enfrentamientos entre las personas migrantes y los militares. Algunos lograron cortar algunos alambres y así cruzar al otro lado de la valla, pero los que no lo lograron se vieron cercados por las fuerzas marroquíes, provocando un efecto tapón y una estampida, tal y como publica la ONG.
Los militares marroquíes también entraron en Melilla para, coordinándose con las fuerzas de seguridad españolas, devolver en caliente "a decenas de potenciales refugiados y menores de edad", prosiguen.
Según los testimonios de los migrantes que recoge el informe, las fuerzas marroquíes pasaban con sus botas por encima de los cuerpos caídos en el suelo y los que ya no podían moverse eran arrastrados y abandonados al sol sin valorar la dimensión de las heridas.
“Si llorabas, te pegaban de nuevo hasta que te partían las piernas o perdías el conocimiento”, relata uno de ellos.
"Ninguno de los dos países activó colaboración para llevar ayuda y asistencia a las víctimas y con ello mitigar el impacto terrible de la tragedia", recalca el informe.
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