Opinión

Camilo Villarino a los padres de Emin y Pisly: “España no olvida”

Han pasado siete años y 11 meses, que se dice pronto. Ese el tiempo que llevan los padres de Emin y Pisly reclamando justicia y denunciando el asesinato de sus hijos en aguas marroquíes cercanas a Melilla.

Este lunes Abdeslam Ahmed y Dris Mohamed han dado una vuelta de tuerca a su protesta y han reclamado al Gobierno de España que le “apriete las clavijas” a Marruecos para que los militares de la Marina Real Marroquí que se extralimitaron en sus funciones y ametrallaron a Emin y Pisly en Punta Negri el 27 de octubre de 2013 sean juzgados y paguen por sus crímenes.

Los padres de Emin y Pisly están a la espera de conseguir una cita con la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, con la esperanza de que les abra un hueco en su agenda y vuelva a echarles una mano, como lo hizo en cuanto llegó el PSOE al Gobierno de España en 2018.

Ahmed y Mohamed quieren que ella los ayude nuevamente para poder reunirse en Madrid con el nuevo ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que ha avanzado a los medios nacionales que quiere hablar con Marruecos “sin tabúes y sin límites”. Si es así y el ministro no va de farol, ya toca hablar a tumba abierta sobre el asesinato de los melillenses Emin y Pisly.

Los padres de los jóvenes asesinados quieren exponerle a Albares en qué punto está el caso, tal y como en su día lo detallaron sin éxito a representantes de otros cuatro ministros: José Manuel García Margallo, Alfonso Dastis, Josep Borrell y Arancha González Laya. Nadie les asegura que va a funcionar, pero no hay peor gestión que la que no se hace.

Da la casualidad de que en tiempos del ministro Josep Borrell, los padres de Emin y Pisly viajaron a Madrid, gracias a la mediación de la Delegación del Gobierno, y tuvieron una entrevista con Camilo Villarino, un señor del que se habla mucho estos días porque ha sido imputado por el juez Rafael Lasala en el caso que investiga la entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en España.

Villarino había estado de jefe de Gabinete con Dastis (PP) y seguía en ese momento al frente del Gabinete de Borrell (PSOE), hoy canciller europeo. Luego pasó a ser jefe de Gabinete de Laya. Parecía que los astros se alineaban porque resulta que este señor, hoy en investigado, estaba destinado en Marruecos en 2013, el año del asesinato de Emin y Pisly, como jefe adjunto de Misión en la Embajada de España en Rabat, cuando la Marina Real Marroquí asesinó a los dos jóvenes españoles. Conocía el caso, sabía de qué iba y por desgracia eso no sirvió de nada.

Sin embargo, este diplomático, jefe de Gabinete con un ministro del PP y dos del PSOE, dio esperanzas a los padres de Emin y Pisly, cuando les escribió una nota en un papel con un mensaje contundente: “España no olvida”.

Pues bien, si eso es verdad, ya es hora de que España haga un ejercicio de memoria y pida a Marruecos que juzgue a los asesinos de Emin y Pisly. No estamos pidiendo al vecino nada irracional aunque sabemos que no debe ser fácil sentar en el banquillo a militares que seguramente gozan de la confianza de las altas esferas, pero no nos vale la explicación que Villarino dio en su momento a los dos padres melillenses, diciéndoles que en Rabat no querían hablar de ese tema.

Hay que sentarse a tocar todos los temas. De la misma manera que rodó la cabeza de González Laya, deberían rodar cabezas en Marruecos. Ojo por ojo y diente por diente.

No nos cabe la menor duda de que los problemas entre España y Marruecos no empezaron a enconarse con el cierre de la aduana comercial de Beni Enzar en julio de 2018 sino en 2013, cuando agentes de la Policía española destinados en el principal paso fronterizo de la ciudad eran agredidos con botellas y piedras desde ‘tierra de nadie’, un terreno que siempre debió ser espacio neutral y que Marruecos convirtió en un nido de maleantes y buscavidas; en una especie de patio trasero en el que sólo ellos tenían derecho a hacer y deshacer.

Ya que Albares ha prometido hablar con su homólogo marroquí Nasser Bourita “sin tabúes y sin límites”, debería incluir el caso de Emin y Pisly en el orden del día de la Reunión de Alto Nivel (RAN), que sigue en el aire desde que se suspendió en diciembre de 2020 y volvió a posponerse en febrero de este año.

Hay mucho de qué hablar y muchas dudas que despejar. Sería una terrible decepción que las relaciones bilaterales España-Marruecos se cerraran en falso, dejando clavada la espinita del asesinato de dos jóvenes hace ya 7 años y 11 meses.

Los melillenses hemos sido testigos de la fuerza de voluntad de los padres de Emin y Pisly. Si ellos no olvidan, nosotros tampoco. España no puede olvidar. Cualquier ejercicio de desmemoria al final sólo sirve para añadir veneno a un problema que hay que afrontar con naturalidad.

Las familias de los dos jóvenes melillenses merecen descansar. No hay nada como negar la justicia. Nada les devolverá a sus hijos, pero esto no es una guerra sólo por Emin y Pisly. Hasta que no se juzgue a los responsables de su asesinato, corremos el riesgo de que esta tragedia se repita.

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