La Policía Nacional ha desarticulado una banda que actuaba de manera coordinada entre Melilla y Marruecos y que se dedicaba a introducir migrantes de forma irregular en la ciudad previo pago de entre 500 y 4.000 euros en dependencia de la situación económica de cada uno de ellos.
Las detenciones se produjeron después del arresto del patrón de una embarcación que fue robada de Puerto Noray el 9 de enero de 2022 y ese mismo día entró en la ciudad con 18 migrantes a bordo, procedente de Marruecos.
Según informa la Policía Nacional, han sido identificado cinco miembros de la trama. Tres de ellos ya han sido detenidos en Melilla; un cuarto cayó en Marruecos y el quinto está en busca y captura.
Los hechos se remontan al 9 de enero de este año, cuando una embarcación de recreo con bandera española que venía de Marruecos introdujo en Melilla a 18 migrantes, todos de sexo masculino y de diferentes nacionalidades.
Como publicó El Faro, el barco fue interceptado por la Guardia Civil y sus ocupantes, trasladados a dependencias policiales, donde dio inicio la investigación por parte de la Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (Ucrif), de la Jefatura Superior de Melilla.
Entre los arrestados está el patrón de la embarcación que ingresó este lunes en la prisión de Melilla. También han caído la persona que robó el barco de Puerto Noray y los organizadores de los viajes en coordinación con la rama marroquí de la banda que operaba entre Melilla y Marruecos.
La investigación policial ha concluido que la rama marroquí se encargaba, según los investigadores, de captar, alojar y transportar a los migrantes hasta el punto de embarque en la costa marroquí.
Por su parte, la trama española se ocupaba de organizar el viaje, suministrar los barcos y recoger a los migrantes en cuanto tocaban tierra.
La parte de la banda radicada en Marruecos captaba a los migrantes entre la colonia de ciudadanos de terceros países atrapados en Marruecos a la espera de entrar en Melilla.
Una vez captados, lo migrantes eran reubicados en una estancia cerca de Nador, desde donde eran trasladados en coche, en la misma madrugada del viaje hasta una zona boscosa, aledaña al lugar de la costa marroquí donde estaba prevista la recogida y el posterior traslado a pie, guiados por un menor de edad, hasta el punto exacto desde donde salía la patera.
Los propios migrantes admitieron en su declaración ante la Policía Nacional que la embarcación era insuficiente para acogerlos a todos. Eso, unido a las inclemencias del tiempo, en pleno invierno, provocó que el 9 de enero el barco se llenara de agua y hubiera corrido el riesgo de hundirse.
Ante esta situación, lejos de aminorar la velocidad, el piloto de la embarcación, que ha entrado en la cárcel, aceleró en cuanto vislumbró la costa de Melilla.
El barco terminó encallando en las rocas, lo que puso en riesgo la vida de sus ocupantes. La mayoría de ellos ha confesado que no sabe nadar ni llevaba salvavidas o flotador durante la travesía.
La investigación continúa abierta y la Policía Nacional está a la espera de que se produzcan más detenciones.
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