Cabrerizas se caracteriza sobre todo por ser un barrio residencial muy tranquilo. Los habitantes de estas calles, que tienen todas nombres de países de Latinoamérica, destacan sobre todo su tranquilidad. Sin embargo, al igual que al resto de la ciudad, la crisis económica también ha afectado a este barrio y hay muchos comercios que han cerrado, de acuerdo a lo que han contado vecinos y comerciantes a El Faro.
Los comerciantes que quedan en la zona también destacan la tranquilidad y la convivencia social. Jesús es un arrendatario de un comercio de la calle Colombia, donde dirige su comercio desde hace ya más de seis años. Asevera que siempre se han ayudado entre ellos.
"Siempre hemos sido buenos compañeros. Cuando me piden algo que yo no tengo mando al cliente a otra tienda y cuando le falta a él algo me lo manda a mí. O sea que hay que tener una buena convivencia", explica Jesús.
Sin embargo, este comerciante no pasa por alto que la crisis ha golpeado también a este barrio. "Hay algunos que han sobrevivido y otros que han tenido que cerrar por la crisis, el paro, ha subido el precio de todo... Todo va cuesta abajo y con esto del covid-19 ha habido restricciones. Todo esto ha afectado prácticamente a todos los comercios", lamenta.
Mustafa también tiene su tienda en la misma calle que Jesús, en la calle Colombia. Ahí se mantiene desde hace unos 14 años. "El barrio está bien, pero ha cambiado, se ha ido mucha gente", cuenta. "Algunos se han ido a la península, otros se han ido de aquí porque hay crisis, también ha venido gente nueva, pero no es lo mismo que antes", se refiere a vecinos y a comerciantes.
Señala los efectos del cierre fronterizo como una de los motivos por los que se ha vaciado Cabrerizas, y asevera que son muchos los que se han planteado irse a otros países como Francia o Alemania. Incluso es una opción que él mismo ha llegado a valorar porque ha visto que no hay futuro para sus hijos en Melilla.
Aunque Mustafa dice que a su negocio la crisis económica no le ha afectado en particular, sus clientes sí han mencionado la subida de precios.
"Se quejan del aumento del precio, está muy alto, por ejemplo, el precio del kilo de la naranja estaba a unos 40 céntimos y está ahora a 1,20 o 1,40 euros. O la cebolla que estaba a 0,30 y ahora está a 0,90 euros. La gente dice que es mucho. La gente está asfixiada, agotada. Y este año ha subido todo en general", explica. Lamenta que hay muchos que tienen pocos ingresos y que dependen de ayudas sociales.
En definitiva, al igual que en el resto de la ciudad, el barrio de Cabrerizas también se ha visto afectado por la crisis económica y hay muchos comercios que se han visto abocados al cierre.
En Cabrerizas residen 3.466 habitantes, según el censo de la Ciudad Autónoma de Melilla. Entre estos residentes están Mohamed y su familia, que llevan ya casi ocho años en la calle Colombia. "Está muy tranquilo este barrio", destaca, y añade que es un barrio al que "no le hace falta nada".
Por su parte, Encarnación es una de esas melillenses que no han conocido otro barrio en el que vivir que Cabrerizas. Lo recuerda con mucha nostalgia. "Andábamos todos muy bien, como en familia todo el mundo. Hoy ya han cambiado las cosas porque cada uno ha hecho su vida", expresa.
Esta melillense recuerda que antes se sentaban los vecinos ante la puerta para "tomar el fresco" o a coser. Aunque considera que estas costumbres ya se han perdido y que hay cada vez menos comercios, como los que se perdieron de la plaza de abastos, el Mercado de Colón.
Pero la convivencia es "muy buena", por lo que Encarnación asevera que está muy contenta en la calle Santo Domingo. "Desde abajo hasta arriba son buenas personas. Todas, musulmanes, cristianos... todos. Esto es un barrio muy tranquilo", comenta.
Otra melillense que ha vivido casi toda su vida en este barrio con su familia es Teresa. Ella comenta que el ambiente del que hablaba Encarnación no aún no se ha perdido en algunas zonas de la ciudad. "A mí es que siempre me ha gustado Cabrerizas, he vivido en otros barrios pero a mí eso de abrir la puerta con mi rejita y dejo mi Luna, mi yorkshire, y hablo con una y con la otra. Son vecinas de toda la vida", explica.
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