Los melillenses nos despertábamos ayer con la buena noticia de la desarticulación de un grupo dedicado a captar individuos para enviarlos a luchar a Siria y Mali. La operación policial había empezado horas antes, de madrugada, cuando aún no había comenzado a despuntar el día, y se prolongó hasta más allá del mediodía. A partir de ahora, los melillenses, en general, y los vecinos de La Cañada, en particular, tenemos un problema menos.
Además, esta operación policial sirve de aviso a los intolerantes, a aquéllos que piensan que se puede manipular con total impunidad a las personas, a quienes tergiversan preceptos religiosos para adaptarlos a sus planes criminales, a los individuos que se otorgan una autoridad que nadie les ha dado y se consideran legitimados para imponer su ‘ley’ a todo un barrio. Eso también es una buena noticia.
La posterior rueda de prensa del máximo responsable de Interior, Jorge Fernández Díaz, para explicar los pormenores de la intervención también aportó datos positivos. El ministro destacó que el operativo de ayer se desarrolló de manera conjunta con el país vecino y el apoyo del FBI. Fernández Díaz subrayó que en esta ocasión la intervención se había llevado a cabo en medio de una “absoluta colaboración entre los servicios de seguridad marroquíes y españoles”. Además, esta cooperación no se había limitado al ámbito de la investigación, sino que se trasladó al mismo operativo policial en sí. Nunca antes habían trabajado “codo con codo” los policías de ambos lados de la frontera. Este hecho, especialmente destacado por Fernández Díaz, abre las puertas a unas posibilidades de colaboración que hasta ahora sólo existían sobre el papel o en la carpeta de asuntos pendientes entre España y Marruecos. Esto también es una nueva noticia.
Sin duda, nadie desea tener de vecinos a individuos de una catadura moral como la de los arrestados ayer, si finalmente se demuestran que son ciertas todas las acusaciones que realizan los investigadores sobre ellos. Pero tranquiliza saber que nuestra Policía no les quita el ojo, que no pierde de vista a estos sujetos. La acción conjunta de nuestros agentes y de los miembros de la seguridad del país vecino ha servido para evitar que estos presuntos delincuentes continúen transitando por nuestra ciudad. Y eso también es una buena noticia.
Existirían motivos para la preocupación si nuestras autoridades no reconocieran la gravedad del yihadismo, si nuestra Policía fuera incapaz de actuar contra esos individuos, si nuestra Justicia no supiera cómo conducirlos legalmente hasta la cárcel. Afortunadamente, nada de todo esto ocurre. Ayer quedó demostrado que Melilla no es una ciudad donde los yihadistas puedan vivir tranquilos. De todos nosotros depende que continúe siendo así.