Opinión

A buenas horas, mangas verdes

Le ha costado poner la mano en el fuego, pero finalmente la líder socialista de Melilla, Gloria Rojas, ha salido a poner a Imbroda en su sitio, después de que el ex presidente de la Ciudad echara balones fuera y achacara al PSOE parte de la responsabilidad en el sobrecoste de 9 millones de euros detectado en las obras de la Estación Marítima de nuestra ciudad.

Entiendo que Rojas no lo hiciera antes. Entre 2005 y 2009 Magdalena Álvarez, hoy inhabilitada por el caso de los ERE de Andalucía, estaba al frente del Ministerio de Fomento mientras se estaban acometiendo los polémicos trabajos de los que ahora sabemos que, aunque costaron más de lo previsto, emplearon materiales de menor calidad, según reveló la auditoría encargada por la Autoridad Portuaria.

Supongo que antes de mojarse, Rojas habrá hecho alguna llamada a Marina Mercante para saber si había algún compañero de partido involucrado en el expediente del que CpM lleva años denunciando que tiene gato encerrado.

No pasa desapercibido el dardo envenenado que Rojas lanza, no sé si involuntariamente, a Coalición por Melilla, cuando habla de poner todos los instrumentos que existen para confirmar que, en efecto, lo que dice la auditoría encargada por el presidente de la Autoridad Portuaria, Víctor Gamero, se corresponde con la realidad.

Pues bien, Imbroda lanzó la primera pulla sobre la responsabilidad compartida con el PSOE en el sobrecoste de las obras de la Estación Marítima el pasado 18 de marzo y Gloria Rojas le contestó dos semanas después. En política, como en la vida misma, quien calla, otorga.

Esos quince días le dieron oxígeno al PP, que vio cómo un tema complicado duraba vivo lo que dura de media cualquier escándalo menor: 72 horas. Y mientras Imbroda salía airoso del incidente, el PSOE se tragaba un sapo que no ha sido vomitado hasta este lunes.

Y Aberchán, que de política sabe lo suyo, salió ayer en tromba a pedir a la Fiscalía Anticorrupción que se presente de oficio en el caso Estación Marítima y a recordarle a toda Melilla que difícilmente Imbroda no estuviera al tanto de lo que pasaba en las obras del muelle Ribera II porque Almazán, que era director del Puerto, estaba a las órdenes de Arturo Esteban, que compaginaba la Presidencia de la Autoridad Portuaria con la del PP.

Pues bien, puede que Imbroda no supiera nada porque estaba a otras cosas cuando se llevaba a cabo una de las obras más importantes de esta ciudad, pero es obvio que el Partido Popular tenía que estar al tanto de lo que ocurría. Y aquí es cuando conviene preguntarse sobre quién se quieren cargar las tintas: ¿Sobre Imbroda o sobre el PP?

Decía el diputado Miguel Marín que esta semana llevarán al pleno presuntas irregularidades de contratos menores y despilfarro de dinero público en Sanidad y hace bien. Como estrategia de comunicación es de manual. Un escándalo se tapa con otro y vemos al PP esforzándose en enfangar al PSOE porque aquí la batalla se está jugando en clave nacional.

Hay quienes creen que a más tardar en septiembre habrá adelanto electoral de las generales y los partidos empiezan a rascar para ver qué le sacan al adversario, sobre todo ahora, que la contienda en Madrid está a la vuelta de la esquina.

Decía Marín que no se puede comparar a un líder como Imbroda, con una trayectoria inmaculada, con otro (Aberchán) que está condenado en firme. A la frase se le puede criticar que sea hiperbólica, pero hay que reconocer que el cepemista tendrá que acostumbrarse a vivir con esa cruz. A muchos se le habría acabado la carrera política después de una inhabilitación. Mírese el caso de Ignacio Velázquez, por ejemplo, pero Aberchán está decidido a regresar en dos años y regresará.

Pero ésta no es la única decisión firme que tiene entre ceja y ceja. Aberchán va a por Imbroda y por eso ha vuelto a cargar la bazuka y la ha disparado él mismo contra el PP, aprovechando que Gloria Rojas, por fin, se dignó a contestar a los ataques que tanto daño han hecho estos 15 días a la imagen de los socialistas.

Callar no es una buena opción en política. Normalmente uno calla cuando está en una situación de superioridad y de alguna manera cree que pierde el tiempo contestando a representantes políticos sin apenas representación.

Pero no es el caso. El PP fue el partido más votado en Melilla en las pasadas elecciones municipales y tiene un nicho electoral importante en esta ciudad. Hay que contestarle, sobre todo, cuando hace una acusación tan seria que pone en duda a un partido de Gobierno como el PSOE.

El daño ya está hecho, ahora a ver si consiguen mantener vivo el tema otras 72 horas. Esta Semana Santa está movidita.

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