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Buceadores denuncian que Melilla no cuenta con una cámara hiperbárica para accidentes de descompresión

Melilla cuenta a día de hoy con unas 300 licencias federativas anuales para la práctica del buceo. Y buena prueba de ello es que en nuestra ciudad existen dos clubes de buceo, como son el Club Ánfora y el Club Buceo Melilla. A esto hay que sumar otros buceadores profesionales, como el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil o la Unidad de Submarinistas del Ejército. Sin embargo, Melilla carece de una cámara hiperbárica de al menos cinco bares de presión, apropiada para atender un accidente de descompresión de un buzo y que también podría tener otras utilidades médicas. Por ello, hay buceadores que reclaman que ya que se está construyendo un nuevo hospital, se tenga en cuenta el contar con uno de estos dispositivos, que sirven para bajar la presión.

Quincho, buceador desde los 14 años, instructor dos estrellas de buceo del GEAS, y perteneciente al Club de Buceo Melilla, resume así su utilización: “Nuestro cuerpo tiene una presión de un bar en la tierra. Cuando nos metemos en el agua, a diez metros de profundidad, pasamos a dos: un bar del agua y otro que ya teníamos en la tierra, de la atmósfera. Y así sucesivamente: cada diez metros, sumamos un bar de presión”. El problema puede surgir, continúa explicando, si por el motivo que sea hay que subir rápidamente a la superficie: “Si yo ese ascenso lo hago en unos pocos segundos y sin hacer las paradas debidas, eso directamente ya hay que tratarlo como una enfermedad descompresiva.

Lo que ha podido ocurrir en mi cuerpo es que todas las burbujas de nitrógeno se han juntado y han hecho unas macroburbujas en mi organismo. Eso puede producir trombos y obstrucción de los vasos sanguíneos por las burbujas de gas. Es una consecuencia del cambio brusco de presión”.

Resalta que, realmente, accidentes hiperbáricos con el buceo deportivo se producen muy pocos: “Son bastante improbables y los propios clubes de buceo contamos, por normativa, con un amplio plan de evacuación y con unas amplias medidas de seguridad. Pero también es cierto que podemos descender hasta los 40 metros y podamos tener un ascenso por cualquier motivo: te cortas con un coral y tienes que subir rápidamente porque te estás desangrando, una morena te pega un bocado… cien mil cosas por las que tú no puedes evitar ese ascenso”.

Coste de la cámara

Los buceadores resaltan igualmente que el coste de una cámara de estas características (existen otras solo como de oxigenación y de menos bares) no es demasiado elevado y que se podía contemplar el contar con una en el nuevo hospital que se está construyendo: “No hablamos de dos o tres millones de euros. Hablamos de que valen nuevas y te las instalan por unos 180.000 euros. Y hablamos de unos beneficios médicos geniales”.

Se trataría de un modelo con dos cámaras: una para el paciente y otra antesala para el médico y de, al menos, cinco bares de presión. “En la Península la tienen en prácticamente todas las provincias y aquí seguimos sin ella”, aseguran.

Otras aplicaciones médicas

Afirman que este tipo de dispositivos no sirven tan solo para temas de accidentes en el agua, sino que también tienen otras aplicaciones médicas: “Parece que pensamos solo en los buceadores o que la van a utilizar muy pocas personas y que no se va a rentabilizar. Pero luego hay cincuenta mil utilidades, por ejemplo, para los diabéticos que tienen problemas en los pies.

Lo que hace es que al tener presión, la circulación de la sangre se les vuelve mucho más rápida y entonces, en la zona donde no tienen riego sanguíneo vuelven a tener”. Y también parece ser que vendría bien incluso a los bomberos: “Hay personas que se les rescata y se les puede meter en esas cámaras porque facilita que los pulmones expulsen todo el humo que hayan podido tragar”.

Incluso apuntan a que se están empezando a utilizar con muy buenos resultados a nivel cognitivo para niños con autismo.

Traslado a la Península

A día de hoy, y si el buceador ha descendido bastantes metros, la única solución sería el traslado del buzo a la Península, concretamente a Málaga. En el caso de un accidente en el agua, como es de suponer el tiempo es primordial. Se calcula que la cámara hiperbárica debería ser utilizada en un máximo de dos horas desde el momento del siniestro. “Con dos horas máximo de margen, andaríamos muy, muy justos: entre que viene un avión o un helicóptero, coge al herido, lo traslada y llegan hasta la cámara habría que ver si daba tiempo. Y eso, contando con un seguro médico muy potente”, indican.

Atraer turismo

Contar con esta cámara también serviría para atraer a turistas de buceo hasta Melilla. Quincho comenta que han ido varias veces a bucear al Mar Rojo y allí se dispone de una: “Hablamos de un país como Egipto. Y de un pueblecito como Hurghada, de donde salen los barcos de buceo. Pues tienen una. Y si queremos que vengan aquí más turistas, no les podemos decir que no tenemos. Eso da seguridad a cualquiera”.

También les ha surgido otra duda: los buceadores consultados no saben si el tema de la cámara atañe al Ingesa, a la Consejería de Deportes o, por ejemplo, al Ministerio del Interior. Pero el tema es que, a día de hoy, los melillenses siguen sin contar con una de ellas en la sanidad pública.

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