Como todos los Martes Santo, el Cristo de la Castrense recorrió las calles de Melilla tras un sentido pregón de desagravio, este año a cargo de Carlos Castañeda
‘El Señor de la Humildad’ como lo llamó Carlos Castañeda, el cofrade encargado de entonar el desagravio al Cristo Humillado, realizó ayer una hermosa y recogida estación de penitencia, con el viento de Poniente que siempre le acompaña meciendo aún más si cabe el paso medido de un trono hábilmente conducido por el cofrade de la Hermandad de la Castrense, Andrés Domínguez Cátala.
La procesión de ayer fue hermosa desde un principio y, en gran medida o sobre todo, por el sentir que Carlos Castañeda supo ponerle en el acto de desagravio.
Recogimiento y seriedad
En lo que ayer fue el veintiún aniversario desde su primera salida en procesión, El Humillado recorrió el centro de Melilla arropado por numerosos melillenses que, en mayor medida que el año pasado, se concitaron en torno a una luctuosa procesión, una vez más posible gracias a la Hermandad fundada en el año 1989 por un grupo de militares del Acuartelamiento de Artillería “Teniente Flomesta”.
El desfile, ordenado y recogido, se mostró muy nutrido un año más de numerosos niños en el inicio del cortejo.
El Humillado salió puntual, entre aplausos y al son del Himno nacional, desde la Iglesia Castrense, con una novedad notable, su nueva banda de tambores que, en recuerdo del paso perdido de la Oración en el Huerto, llevaba la túnica blanca y el capirote negro del tercio correspondiente a la misma talla, durante algunos años procesionada por la misma hermandad y antiguamente adscrita a la extinta Cofradía del Barrio de El Real.
Desfile
La procesión alargó con pausa medida su tránsito por la Avenida, en medio de un rezo por la vida en la voz del vicario castrense, Francisco Sierra Vilches.
A cargo del Humillado, 50 hombres de trono, que lo portaban y mecían custodiados por una marea bicolor, donde el rojo del tercio del Cristo se confundía con el azul de los nazarenos de la Piedad.
La Banda de Música de la Ciudad no sólo cerraba el desfile, sino que ponía el toque musical a una procesión que ayer, lentamente, no dejó de reproducir en un solo momento el tono de oración en la calle, de catequesis pública en beneficio de la celebración final de la resurrección de Cristo.
Sin presidencia, pero con una amplia representación tras el pasado del Cristo de la Comandancia General y regimientos militares de Melilla, a la que este año se unió también una delegación de la Asociación de Amas de Casa, la procesión fue sobre todo un ejemplo de seriedad y recogimiento.
Próxima salida
La Cofradía del Humillado, volverá a salir en procesión el próximo Viernes, con la imagen de la Piedad o representación de la Virgen con el Cristo muerto en sus brazos.
La Piedad será una de las tres procesiones de la noche más penitencial de la Semana Santa: La primera en salir en dicho día y la antesala de la procesión oficial que protagonizará la Cofradía del Nazareno para, en última instancia, dar paso a la Soledad del Sagrado Corazón.