Borregos y nubarrones

MUSTAFA Aberchán condicionó ayer la continuidad del Gobierno tripartito a que el Ejecutivo central (PSOE) busque y encuentre una solución “en un tiempo prudencial” que permita la entrada de borregos marroquíes en Melilla.

El ultimátum cae como un cubo de agua fría al Gobierno, presionado por el sector ganadero español que teme que la fiebre aftosa llegue a la península a través de nuestra ciudad, después de que en enero pasado se detectaran tres nuevos focos de la enfermedad en el país vecino.

Si no se cumplen las exigencias planteadas por Aberchán, que incluye incluso un cambio de ley, Coalición por Melilla se cuestionará seguir compartiendo Consejos de Gobierno con los socialistas de Gloria Rojas. Esta amenaza la lanzó ayer el líder cepemista en una rueda de prensa en la que los diputados de su formación escenificaron un cierre de filas para advertir de que van en serio.

A poco menos de un mes de la celebración del Aid El Kebir, media Melilla se estaba preguntando ya qué va a pasar con la Fiesta del Sacrificio. ¿Entrarán o no borregos desde Marruecos?

Si se mantienen las cosas tal y como están hoy, este 2019 será el cuarto año consecutivo con la celebración dividida entre los musulmanes melillenses que marchan al país vecino y los que se quedan en la ciudad y celebran la fiesta con los ‘manolos’.

Presionado por un electorado que no entendía el silencio de CpM con el Aid El Kebir a la vuelta de la esquina, Mustafa Aberchán puede que se haya pasado de frenada.

Todos dimos por hecho, porque es de sentido común, que antes de cerrar el acuerdo tripartito los cepemistas pusieron sobre la mesa esta reivindicación que afecta a una de las tradiciones ancestrales del pueblo amazigh.

Pero a estas alturas en Madrid no sólo seguimos sin gobierno sino que todo apunta a que iremos de nuevo a elecciones y este año no están ni El Barkani ni Paz Velázquez ni Imbroda para endosarles la responsabilidad de aguar la fiesta grande de los musulmanes.

Mucho me temo que Sabrina Moh y Gloria Rojas tendrán que lidiar con un situación, cuya solución me da a mí que no está en sus manos. Ahora sabremos de verdad si pinchan o cortan en Madrid. La estabilidad del Gobierno de Melilla está en sus manos.

Muy poco ha durado la tranquilidad, la unidad y el sosiego en el Gobierno del cambio. La tormenta llega cuando aún no sabemos quiénes ocuparán los sillones que faltan por adjudicar, entre ellos la Presidencia de la Autoridad Portuaria, el puesto más goloso y para el que, según las malas lenguas, entre los candidatos se habría barajado el nombre de un personaje salpicado con el escándalo de Gescartera en 2012. Expectantes estamos, pero no ocultamos nuestro estupor. No es esto lo que entendíamos por cambio. Pero como dice la Biblia, se verán horrores.

En cuanto a la reivindicación de Aberchán, es legítima y consecuente. No se entendería que después de movilizar a su electorado, como nunca antes con el conflicto del borrego hoy haga como que se le olvidó de qué va esta historia.

Ahora sabremos si detrás del supuesto sabotaje conservador a la fiesta grande de los musulmanes melillenses había mala fe o simplemente un veto que responde al control sanitario en España y a la salvaguarda de los intereses de la ganadería española.

No me cabe la menor duda de que el conflicto del borrego está detrás de la tirantez en las relaciones con Marruecos. Decenas de ganaderos de la provincia de Nador han sufrido el pinchazo en las ventas desde que sus corderos no pueden entrar en Melilla.

Los melillenses hemos visto cómo la fiesta grande de los musulmanes de esta ciudad se ha trasladado en los últimos años a Marruecos. La gente se va a la casa de amigos y familiares en el país vecino y esto se queda con menos vida que un cementerio en agosto.

Creo que ya es hora de buscar una solución al conflicto del borrego o de decir a la gente que esto es lo que hay. No podemos seguir dándole falsas esperanzas a los melillenses.

Hay que ver: con todo lo que ha costado el cambio del Gobierno en el Palacio de la Asamblea, al final, la fiesta del cordero amenaza con llevárselo por delante. La unidad del tripartito no ha durado ni siquiera un mes. O eso parece.

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