Categorías: Sociedad

Boda inusual de dos gaditanos en Melilla

 May y Jesús se dieron el ‘sí, quiero’ en el Salón Dorado acompañados de cuatro amigos.

El Salón Dorado acoge decenas de bodas todos los años, pero la protagonizada ayer por María del Carmen (May) Cepero y Jesús Campelo fue especial. Estos dos gaditanos se enamoraron de Melilla a través de las fotografías de Merche Melilla y pensaron que la ciudad sería “un lugar precioso” donde celebrar su matrimonio. Su boda no fue convencional. Ellos, divorciados de sus respectivas parejas anteriores, ya pasaron por la ceremonia tradicional en la que hay centenares de invitados y la novia va vestida de blanco. No querían volver a hacer este tipo de boda con un gran banquete. Deseaban una más sencilla, en la que sólo estuvieran ellos con las personas más allegadas para declararse su amor para el resto de la eternidad. Y eso fue lo que hicieron ayer ante la sola presencia de cuatro amigos.
Pero, ¿por qué casarse en Melilla cuando lo podían hacer en Cádiz? ¿Qué vinculación tienen con la ciudad? “Pues ninguna”, confiesa May. Ella es amiga de Merche Melilla, otra gaditana que lleva más de 20 años afincada en la ciudad que cada día ‘retrata’ con su cámara los amaneceres y atardeceres desde el Paseo Marítimo. May comenzó a hablar con Merche a través de las redes sociales y ésa es la única relación que la pareja de novios tenía con Melilla hasta el día de ayer.
May y Jesús se quedaron encantados con las imágenes de la ciudad. Como viajar es una de sus pasiones, siempre han tenido en mente  visitar Melilla para conocer su cultura y su historia y así, ver en directo los amaneceres que recoge Merche en sus fotografías. Cuando Jesús le pidió a May que se casara con él, pensaron que la mejor forma de celebrar su amor era celebrando la boda en Melilla. De esta forma, mataban dos pájaros de un tiro: Organizaban la ceremonia de sus sueños y visitaban la ciudad. Entonces, contactaron con Merche y en tres meses, ‘idearon’ todo lo necesario para contraer matrimonio tan lejos de su ciudad natal.

Volver a Melilla
May y Jesús llegaron el pasado miércoles en el barco de Málaga para conocer cada rincón de Melilla. Aseguraron a El Faro que de saber que la riqueza de patrimonio de la ciudad era “tan grande” hubieran planificado unos días más de visita. Se van con ganas de quedarse más tiempo porque no han tenido ni un hueco para visitar el cuartel de Regulares o pasear tranquilamente por el centro modernista. Si ya estaban enamorados de la ciudad sólo de verla en fotografías, ahora la adoración que sienten por esta tierra es mayor. Estos dos gaditanos se marchan con la pena de que hasta dentro de tres años no podrán solicitar su traslado a Melilla. Jesús es capitán de Infantería y en unos días se trasladan a Cartagena, donde tiene su nuevo destino. No obstante, resaltaron que vendrán en pocos meses para seguir descubriendo una ciudad “tan hermosa y de la que hay que aprender mucho”.
May explica que le gustaría volver, pero para quedarse a vivir durante una temporada. Nunca se había sentido tan querida y atendida como en Melilla. Los dos han estado tan a gusto entre los melillenses que parecía que estaban en su casa en vez de en una ciudad a centenares de kilómetros de su Cádiz. Por eso tiene la esperanza de que en un futuro puedan trasladarse a esta tierra y vivir su amor entre El Pueblo y su pasión por la historia militar.

Pocos invitados
Otro de los factores que hace que esta boda sea algo inusual es que apenas contó con invitados. Ellos sabían desde un principio que si les decían a sus familiares y amigos que se casaban en Melilla, iba a ser muy complicado que se trasladara mucha gente a esta orilla del Mediterráneo. Al hecho de que la boda fuera en viernes, había que sumar que es julio y muchos de sus parientes están de vacaciones, además del coste de trasladarse de Málaga a la ciudad más varios días de hotel. No hubo muchos invitados en el banquete, pero por otra parte no los echaron de menos. Como han estado solos estos días en Melilla han podido recorrerla sin tener que estar pendientes de nadie, sólo han tendio que preocuparse de su amor.
La encargada de casarles fue la viceconsejera del Mayor, Carmina San Martín. Además, el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, se acercó al finalizar la ceremonia para felicitar a la pareja y saludar en persona a los dos gaditanos, que sin conocer Melilla, habían organizado sus nupcias en la ciudad.
Hoy se marcharán en el barco de Málaga sin tener opción a una luna de miel más larga, pero no les importa. Han disfrutado de la acogida de los melillenses, han conocido la historia de las piedras de El Pueblo y han investigado sobre cómo es la vida en La Legión.
Se van contentos porque han celebrado la boda que querían y eso que hace cuatro años, cuando comenzaron a enamorarse, no se veían de nuevo firmando este compromiso. Ahora su ilusión es volver a Melilla para seguir conociendo todos los ‘secretos’ que tienen las calles y las gentes de esta tierra que les ha encandilado.

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