Estos peces son muy conocidos por todos los que vivimos cerca del mar, pues son los que viven más cerca de la costa, y suelen incluso quedarse en tierra o en pozas aisladas, como las “ollas” de Aguadú, cuando el mar se retira después de un temporal.
Este abandono momentáneo del mar no supone ningún problema para los blenios, pues están especialmente adaptados a este hábitat tan particular, el litoral marino más cercano a tierra, y es fácil ver ejemplares posados sobre un saliente del cantil rocoso quedándose al aire mientras esperan la siguiente ola que los bañe.
Aunque en la costa de Melilla y alrededores hay bastantes especies de blenios, son todos conocidos en general con el epíteto de “viejas”, quizás por la librea reticular rojiza de una de sus especies más comunes, Parablennius gattorugine, que ayuda a camuflarse a estos peces entre las algas pardas que constituyen su hábitat.
Otro origen posible de esta denominación es el color oscuro de los adultos de otra especie muy común en Melilla, Parablennius pilicornis, por la costumbre de vestir de negro de las ancianas hace no tanto tiempo.
Precisamente, el nombre científico de la especie que hemos mencionado, Parablennius pilicornis, alude a una de las características más notables de los blenios, la presencia de apéndices a modo de “cuernos”, a cada cual más curioso, sobre su frente.
Los tienen todas las especies; de hecho, en algunas localidades costeras españolas llaman a los blenios “toritos”. Estos atributos, en muchos casos parecidos a algas, así como los colores de su piel, los ayudan a pasar desapercibidos en el lugar en el que viven.
Así, por ejemplo, Parablennius incognitus, otra de las especies de blenios más comunes en la costa melillense, tiene una librea muy clara y uniforme, salpicada de pequeños lunares de colores poco llamativos; es un camuflaje especialmente diseñado para vivir en los fondos arenosos de las playas, frecuentemente a pocos metros de la orilla de estas, o en la costa rocosa desprovista de algas, donde a menudo también se quedan aislados en las pozas cercanas a la costa, como las curiosas pozas que hay en Aguadú, producidas por el efecto combinado del oleaje y las rocas sueltas sobre la plataforma costera.
La gran protuberancia sobre la cabeza del macho del gallerbo (Salaria pavo), el blenio de la fotografía, muy común también en nuestra costa, es un atributo que desarrolla en época de celo, época en la que se muestran muy territoriales, no dudando en atacar a todo el que penetra en su territorio sea cual sea su tamaño.
Las cualidades que han adquirido para conquistar tan curioso hábitat entre la tierra y el mar les han terminado dando, por convergencia evolutiva, un aspecto que recuerda mucho al de los anfibios, incluso en su comportamiento. Una de estas cualidades comunes con los anfibios es su piel sin escamas y cubierta de mucosidad (en algunos sitios les llaman “babosas”), que les ayuda a soportar bastante bien la exposición al sol y la sequedad y a desplazarse sobre las rocas mojadas fuera del mar.
Su cabeza ancha, con una boca grande y ojos saltones refuerzan su similitud con los anfibios, así como el hecho de que sea por la noche cuando se muestran más activos. El hecho de que estos peces se posen apoyándose en sus aletas pectorales refuerza la semejanza.
Algunas de las pozas que habitan pueden estar a bastantes metros de la orilla y, por tanto, es frecuente que transcurran muchas horas hasta que sus aguas vuelven a entrar en contacto con las del mar; sin embargo, estos blenios se desenvuelven estupendamente en ellas, soportando sin dificultad el recalentamiento y la falta de oxigenación de las aguas de las pozas.
Este medio que han conquistado, el de la inestable línea costera, les hace ser vulnerables a los depredadores terrestres como garzas y garcetas, de las que intentan protegerse sirviéndose de su mimetismo. El que los blenios carezcan de vejiga natatoria, una característica de esta familia de peces, es una muestra de la especialización evolutiva a este nicho ecológico, el de la zona intermareal.
El conjunto de adaptaciones de estos peces para vivir en la zona intermareal nos ayuda a entender el proceso evolutivo de las especies que abandonaron definitivamente el mar para terminar convirtiéndose en la fauna terrestre actual.
Los blenios, por el medio en el que viven, son una de las víctimas principales de la desidia de los usuarios de zonas costeras como Aguadú, donde la suciedad se ha adueñado de las pozas, uno de los lugares más bellos, singulares y llenos de vida de Melilla.
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