Categorías: Sociedad

Berenguer, el fotógrafo creativo

Tiene 25 tacos pero maneja las cámaras a su antojo y no es profesional porque se está formando académicamente en la Escuela de Arte. Se le ven las maneras en sus instantáneas porque la definición, el perfil bien logrado y el ángulo apropiado emanan con clamorosa naturalidad.
Es de Melilla pero, seguramente, volará para impartir ciencia fotográfica en otros páramos, es lógico. Absolutamente crítico con su propio trabajo, quiere seguir aprendiendo de los clásicos, aunque invierta en toque personal en todo lo que hace. Berenguer va para artista de la imagen distinta y mejorada, nada de bodas, bautizos y comuniones.
Estuvo hace poco en Soria y se acercó a Numancia porque, otra cosa, es un enamorado de la Historia –con mayúsculas– y quiso inmortalizar monumentos y travesías ya que se conoce ese episodio histórico al dedillo. Anduvo buscando ese rincón que puede enriquecer un plano y encontró muchos, los mismos que se ha traído a Melilla en su rico archivo.
En ese viaje de Madrid a Soria aspiró el oxígeno de los creativos, en su cabeza ya estaban las fotografías a tomar, las mismas de las que se adueñó al cabo de par de horas.
Las fotos de Berenguer parecen estar esculpidas con un tiralíneas, una máquina no lo podría hacer tan bien. Es como si el cerebro cogiera un lienzo y se convirtiera en pincel para pintar a su aire y antojo. Da igual color o blanco y negro; bueno, no da igual, el arte en sí sólo tiene dos colores, el blanco y el negro, porque son los colores del mérito. El color ofrece muchos recursos estéticos, el blanco y negro  –en términos taurinos– es el toreo de verdad, al natural, con la mano izquierda, con mucho temple.
Este joven va para torero de tronío con su cámara a cuestas y lo mejor es que lo sabe. Sabe que ilustrará portadas de revistas y diarios por una sencilla razón: Es perfeccionista y sólo los perfeccionistas pueden aspirar a todo. Se le vieron las maneras cuando estudiaba en el colegio de Nuestra Señora del Consejo; ya lo hacía bien. La cámara y la guitarra son sus constantes vitales y las mima con auténtica devoción. Larga vida al joven fotógrafo Berenguer.

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