La Virgen María, bendita Madre de Jesús, que la paz sea con ambos, es mencionada en el glorioso Corán –y por lo tanto en toda la enseñanza islámica- como la mujer más santificada de todas. El Sagrado Corán la proclama como un modelo de virtud y de pureza; ninguna mujer ha expresado un estado supremo de lo femenino semejante. Dice Dios en el Corán: “¡oh! María, Dios te ha seleccionado y purificado. Él te ha escogido por sobre todas las mujeres. ¡oh María!, sé devota a tu Señor, Póstrate e inclínate con aquellos que reverencian en adoración (3:42:43).
Dios muestra a la bendita María como un ejemplo para todos aquellos que creen: dice el Corán: María, hija de Imrán, preservó su castidad, así le insuflamos nuestro Espíritu Santo, y ella confirmó la verdad de las palabras de su señor, ella fue realmente una gran devota. (66:12).
La inmensa mayoría de los eruditos del cristianismo dicen que María no fue Profetisa porque los Enviados y Mensajeros fueron todos hombres, sin embargo algunos eruditos musulmanes reconocen que María sí que fue profetisa. Esta conclusión la extraen del Sagrado Corán, ya que en él se reporta que el arcángel Gabriel visitó a la Virgen María en varias ocasiones y es por eso que los eruditos afirman que esto es prueba más que suficiente para decir que ella fue profetisa, puesto que el bendito Arcángel Gabriel desciende solamente a los Profetas.
El nacimiento de la Virgen María
Zacarías que la paz sea con él, era un descendiente directo del Profeta Salomón que la paz sea con él. Como rabino principal de los israelitas entre sus atribuciones se incluían la interpretación de la Tora y ser encargado de las oblaciones que se ofrecían en el templo sagrado de Jerusalén. Dios le confirió la dignidad total de profeta.
Ishá, su esposa, era la hermana de Hanna, que estaba casada con Imran, un israelita prominente. De acuerdo a las tradiciones orales del Islam, Imran y Hanna descendían de Israel, él como hijo de Yizhas y ella como la hija de Fakuza. Igual que su hermana Ishá, Hanna no había podido tener hijos y oraba a su Señor solicitando: “Si Tú me otorgas un hijo, te prometo que le consagraré al servicio del templo”.
Evidentemente ella suponía que iba a ser varón, ya que la costumbre en aquellos días era consagrar a los varones al servicio del templo. En respuesta a su suplica, Hanna quedo embarazada pero Imran su marido no vivió para ver el nacimiento de su hija. A la pequeña se le dio el nombre de María, que significa la devota o consagrada.
Antes de quedar encinta, Hanna estaba un día sentada cerca de la ventana mirando a una pequeña paloma que agitaba sus alas mientras tomaba el alimento del pico de la madre. Hanna se imaginó alimentando tiernamente a su propio bebé. Maravillada con esta demostración de la misericordia de Dios, internamente, se imaginó al niño sonriendo mientras ella le daba de comer. Estos inspirados pensamientos conmovieron a Hanna hasta las lágrimas. Dios el Altísimo, no priva ni siquiera a los pájaros de las alegrías de la maternidad, ¿iba a negarle Él esa maravillosa experiencia?. En medio de esta meditación, surgió una oración ferviente desde lo más profundo de su corazón. Hanna suplicó al Señor Todopoderoso, e hizo su juramento. Según el Corán Hanna la esposa de Imran dijo: “Señor, yo te prometo que el fruto de mi vientre será una ofrenda consagrada. Acéptala de mí. Tú eres el que todo lo escucha y el que todo lo sabe. (3:35). A los nueve meses Hanna se sorprendió cuando dio a luz a una niña en lugar de un varón que ella esperaba para consagrarlo al templo como le prometió a Dios. ¿Cómo podría ella ahora sostener su promesa?. Hasta el momento no había ningún precedente de una niña al servicio del templo. El Profeta Zacarías, su cuñado, le dijo: “Un juramento es un juramento”. Prometiste dedicar a tu hijo al templo y es una promesa que tienes que acatar. Dios seguramente va a aceptar tu ofrenda. Hanna se regocijó al escuchar estas palabras. El sagrado Corán relata: “pero cuando dio a luz a una hija, dijo: ¡oh Sustentador mío! He dado a luz a una hembra –cuando Dios sabía lo que iba a dar a luz… le he puesto por nombre María e imploro tu protección para ella y su descendencia contra satán el maldito. Y su Sustentador estuvo complacido con ella, la hizo crecer armoniosamente, y la confió a Zacarías” (3:36-37).
La Virgen María es llevada al templo
Todos los rabinos del templo anhelaban responsabilizarse de María. Era radiantemente hermosa, extremadamente talentosa y encantadora. Cada uno de estos hombres letrados trataban de probar las razones por las cuales proclamaban su derecho a ser protector y guía de María.
Las reglas del templo establecían que los niños consagrados al servicio deberían ser asignados en rotación a los rabinos residentes. Uno argumentaba que ya era su turno, otro alegaba su antigüedad, mientras que otros señalaban su parentesco con la Bendita María; se desató un gran debate. Después de una afanosa discusión, los rabinos decidieron finalmente por echarlo a suerte. Cada uno de los guardianes del templo sacó un palito en un sorteo y fue Zacarías quien obtuvo el palito marcado con el nombre de María. Así se desarrollaron los misteriosos eventos que determinaron que la bendita Virgen María tuviera como guía espiritual y maestro a un noble Profeta. Se hace alusión a este incidente en el Sagrado Corán, en el que las siguientes palabras van dirigidas al Profeta Muhammad que la paz sea con él,: “Esto forma parte de los acontecimientos que estaban fuera del alcance de tu percepción y que ahora te revelamos: tú no estabas con ellos cuando echaron suertes para ver quién sería el tutor de María, y no estabas con ellos cuando discutieron entre sí acerca de ello” (3:44)
Sola en su cámara privada del templo, la Virgen María se dedicó con devoción a la adoración de su Señor. El Profeta Zacarías, su tutor, le llevaba comida y bebida. Él estaba completamente sorprendido al descubrir que la bendita Virgen no tenía ninguna necesidad de las provisiones que le llevaba. Ella siempre estaba bien abastecida con frutos de invierno en verano y frutos de verano en invierno, así como de otros alimentos raros y delicados. En realidad, las formas de sustento que él descubría en el cuarto de la Virgen, no eran bondades de este mundo sino frutos del Paraíso. Cada vez que Zacarías entraba al santuario secreto donde permanecía la Virgen, se encontraba con que ella ya tenía amplias provisiones.
El preguntó: María ¿Cómo es que esto te llega? Ella respondió: Viene de Dios. Con toda seguridad Dios provee sin medida ni limite a quien a él le place (Corán 3:37).
Comúnmente es aceptado que uno tiene que esforzarse para obtener provisiones, sin embrago, María recibía su sustento directamente de Dios. No tenía necesidad de trabajar, ni siquiera de pedirlo; de la misma manera en que concebiría al amado Jesús sin necesidad de un esposo.
Continuará.