Tras analizar el porqué de la oposición de los musulmanes a la Ley de Extranjería del 85.
El periodista Fernando Belmonte convirtió ayer la presentación de su libro “La ley de Extranjería del 85 y la transformación del espacio público en la ciudad de Melilla”, en un alegato a favor de la Melilla del presente y el futuro. “Con este libro –dijo- no se pretende mirar hacia atrás para reabrir viejas heridas. Es duro y realista en la descripción de la situación anterior al movimiento musulmán que se inició en el año 85 y en los sucesos que se desencadenaron, pero así también se puede tomar conciencia en mayor medida de que podemos sentirnos muy orgullosos de haber sido capaces de sortear un gran muro”.
Con este mensaje y la idea de que, tras superar etapas de enconamiento social extremos, Melilla puede ser capaz de “lograr cualquier meta que nos propongamos los melillenses”, el periodista concluyó la presentación de un libro que sirvió de colofón ayer a las II Jornadas por la Ciudadanía Plural que desde el pasado año viene organizando el Instituto de las Culturas y que ha sido escrito por Belmonte como tesis final de su reciente Máster Oficial en Unión Europea, tras su licenciatura en Ciencias Políticas y Sociología con Premio Fin de Carrera o número uno de su promoción en la UNED.
Belmonte relató la historia del movimiento musulmán que lideró Dudú hace 25 años, así como la evolución de Melilla en este último cuarto de siglo. Pero además, ejemplificó con datos claros el porqué del goom que supuso la Ley de Extranjería del Gobierno González, después de la entrada en vigor de la Ley Margallo y que redujo a menos de una decena por año el ya escaso acceso de los melillenses de origen rifeño a la nacionalidad española. “Los musulmanes eligieron ser españoles y la prueba del nueve fue que no siguieron a su líder cuando éste decidió cambiar de rumbo”, en alusión al ‘exilio’ final de Dudú en Marruecos.
El periodista también analizó el porqué de los enfrentamientos entre las dos comunidades mayoritarias de la ciudad en el segundo lustro de los 80, pero no sólo subrayó que el movimiento musulmán fue “pacífico”, sino que se centró finalmente en su positiva incidencia en el pluralismo de una ciudad que, según dijo, “podría prescindir quizás de la comunidad judía, hindú o gitana, pero no sería la misma, sería menos rica, menos diversa, y estaría menos salpimentada”.
En su opinión, el movimiento del 85 logró inocular “en Melilla el virus de la tolerancia, de la cooperación entre los melillenses” e incluso el de la solidaridad, como lo ha demostrado la atención a “colectivos transitorios” como los bengalíes , que merecieron de iniciativas políticas y civiles por parte de autoridades y ciudadanos melillenses, a causa de su injusto trato por parte del Gobierno central.
La valía de su libro fue certificada por el coordinador de las Jornadas, el doctor en Antropología Mokhtar Mohatar, y por el cronista de la ciudad, Antonio Bravo Nieto, que en las presentación previa que realizaron de la misma obra se refirieron a él como una aportación muy valida respecto de un acontecimiento de trascendencia histórica para Melilla, sobre el que hasta ahora no se había escrito ni reflexionado con metodología académica y la visión que da el paso del tiempo.
Bravo subrayó el enfoque pluridisciplinar de la misma obra, desde la perspectiva de la “sociología política, el derecho, la economía, incluso la antropología social y cultural”, y señaló que “en la pertinaz sequía de estudios sobre el tema, la aparición de este libro representa una apuesta seria por normalizar lo que hasta ahora ha sido un tabú”, tal cual es, explicó, “afrontar sin complejos la narración de unos hechos que forman parte indiscutible de la historia de Melilla y que como tales deben ser estudiados y explicados”.
Asimismo, destacó como un concepto “sobre el que reflexionar”, el “principio de naturalidad” del que Belmonte habla en su libro para defender que “cada comunidad acepta como normal lo que la otra comunidad vive con normalidad”.
Para Belmonte, su libro no es más que “un punto de partida” para futuros estudios y aportaciones sobre un acontecimiento y movimiento histórico que, en palabras de Bravo, hizo que “Melilla se repensara a sí misma”, y en el que el mismo periodista adelantó que está dispuesto a seguir profundizando.
Por su parte, el presidente del Instituto de las Culturas, Abdelmalik El Barkani, subrayó como conclusión del acto dos ideas que ayer gravitaron en la larga sesión que se celebró en el marco de las II Jornadas de Ciudadanía Plural: “Nadie es dueño del espacio público, pertenece a todos y es de demócratas no querer apropiárselo”. “Ser ciudadano significa participar, y hay que hacerlo hablando sin miedo y desde el respeto, como lo han hecho hoy aquí sin decir una palabra ese grupo de personas que se ha situado al fondo del salón”, en alusión al grueso de familiares y miembros de la Plataforma pro liberación de Ali Aarras que también se sumó a la presentación del libro de Belmonte.
Solidaridad con la Plataforma pro Ali Aarras
Fernando Belmonte no pasó por alto, antes de iniciar la presentación de su libro, la presencia en la sala de los padres, esposa, familiares y nutrido grupo de integrantes de la Plataforma contra la extradición de Ali Aarras que, ataviados con camisetas con la serigrafía del rostro del melillense que el Gobierno de España aprobó entregar a Marruecos, asistieron pacíficamente, en bloque y sin guardar asiento, a la presentación del libro del periodista.
En un alegato claro, Belmonte no sólo criticó que un Gobierno europeo desprovea de sus derechos a un ciudadano comunitario, sino que abominó del doble juego de tratar a los melillenses hispanobereberes como ciudadanos a su vez marroquíes cuando no existe posibilidad de doble nacionalidad entre España y Marruecos.
En un tono afectuoso, se refirió a padre de Ali Aarras, Mustafa Yahía Aarras, al que dijo conocer desde niño y defendió, en virtud de la vigencia del Tratado de Lisboa, que Aarras no sea objeto en ningún caso de discriminación y, por tanto, de extradición al reino alauita, como ciudadano que es de la UE dada su condición de nacional belga.
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