Ha vuelto a ocurrir. Otra obra de Melilla vuelve a paralizarse porque la empresa adjudicataria en su día presentó una oferta temeraria, que alguien dio por buena y ahora, con los andamios puestos, la compañía dice que no, que hasta aquí hemos llegado, que necesita más dinero para continuar.
¿La persona que dio el visto bueno a la oferta económica de Constructora San José para levantar el instituto Jardín Valenciano va a asumir los costes políticos, económicos y sociales del retraso de estos trabajos? ¿En qué saco roto han caído ahora los halagos que lanzó en su día a la adjudicataria el director provincial de Educación, José Manuel Calzado?
El IES del Jardín Valenciano tenía fecha de inauguración para el año 2019 si no había imprevistos, pero los ha habido. Estamos en la disyuntiva de entrar por el aro y pagar a la constructora que ganó el concurso público algo más de dos millones de euros extra para que continúe con los trabajos o volver a sacar a licitación las obras e inaugurarlas vaya usted a saber cuándo.
El Ministerio de Educación ha tenido con el IES del Jardín Valenciano el mismo problema que tuvo ya el Instituto de Gestión Sanitaria con el Hospital Universitario de Melilla: la empresa pidió un modificado del presupuesto y al final acabamos en los tribunales con la obra paralizada ya alrededor de cinco años.
El concurso público para acometer la construcción del instituto Jardín Valenciano salió a licitación en 2015 por 11,4 millones de euros. Hasta 25 empresas pujaron por hacerse con un contrato que se formalizó en mayo del año pasado por poco más de 8 millones de euros, “por ser la oferta económica más ventajosa para la Administración”. Y resulta que ahora le falta dinero. ¿Dónde está la ventaja para la Administración? ¿Y para los ciudadanos?
Si construir un instituto no fuera un problema de primer orden en Melilla entenderíamos que alguien se ha equivocado, pero con la educación de nuestros hijos no se puede seguir pujando a la baja.
Hacer un colegio cuesta dinero. Y si se quiere hacer bien, hay que mirar por la gente, no por la oferta económica más ventajosa para la Administración. Ya es hora de que dejemos de regatearle dinero al futuro de nuestros hijos que es, sin lugar a dudas, el de Melilla.
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