El 30 de diciembre de 2019, a punto de concluir el año, Delegación del Gobierno envió un comunicado informando de que fue enviada una dotación de la Guardia Civil para reforzar la vigilancia y el control migratorio en las islas Chafarinas y sus inmediaciones. Se trataba de equipamiento especializado para esta labor que estaba apoyada por una patrullera y un helicóptero con el objetivo de ‘peinar’ el perímetro del archipiélago español. Las dos semanas de las fiestas navideñas, numerosos migrantes usaron esta vía para llegar a suelo nacional y con la devolución en caliente de 42 personas el 3 de enero desde las Chafarinas, argumentando que se aplicaba “el derecho marítimo internacional”.
Desde ese momento, y con el posterior cierre de la frontera con Marruecos por la pandemia del coronavirus, las entradas irregulares se han reducido más del 70%. Sin embargo, a partir de la llegada de la pandemia, la situación se tensó en los centros de acogida como en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) o en el centro de menores La Purísima, dada la sobresaturación de estos y el temor a que se diesen brotes dentro.
Por otro lado, y dado que muchas personas se quedaron en la calle cuando se decretó el confinamiento en marzo, la urgencia del Gobierno local era buscar un alojamiento para cientos de marroquíes que se quedaron atrapados y de migrantes que estaban en Melilla con el objetivo de llegar al continente europeo.
En un primer momento, se habilitó el pabellón Lázaro Fernández para alojar a personas muy diferentes entre ellas. Esto causó que hubiesen protestas, ya que muchos pedían poder cruzar la frontera para volver a sus casas y por ende, los vecinos de El Real se quejaron del ruido que hacían cuando golpeaban la puerta del pabellón. Tras varias intervenciones policiales, finalmente la Consejería de Políticas Sociales decidió enviarlos a unas carpas habilitadas (las que se usan en la feria de septiembre) en los terrenos del V Pino.
Era abril y el terreno era de tierra y asfalto, por lo que cada vez que llovía, el suelo de las carpas se inundaba y las imágenes infrahumanas de esa situación se vieron incluso a nivel nacional. Allí también fueron alojados los 55 subsaharianos que consiguieron saltar la valla a principios de dicho mes.
Como solución a esta problemática tras una reunión entre las autoridades locales, se decidió trasladar a todas las personas del V Pino a la plaza de toros en el centro de la ciudad, la cual estaba cerrada y sin uso desde marzo. En otro centro, desde la dirección del CETI se decidió no acoger más migrantes dada su saturación y el riesgo de pandemia, por lo que todos los que han conseguido llegar durante estos meses han sido llevados directamente a la plaza de todos. La secretaria de Estado de Migraciones, Hana Jalloul, visitó Melilla en julio y dijo sentirse “consternada” por lo que vio. También se habilitó el Hotel Nacional para acoger a residentes del CETI que tuviesen un perfil vulnerable o enfermedades patológicas.
Y es que en agosto tuvo lugar el primer brote de coronavirus en el centro de estancia temporal, que hasta ese momento no había tenido ningún caso. Esto derivó en un confinamiento del centro sin dejar entrar ni salir a nadie.
El agotamiento emocional de meses esperando en un centro que es temporal, las ganas de continuar el camino hacia Europa y el miedo a la pandemia derivaron en el que los residentes del CETI comenzaran a protestar pidiendo salida. Hasta ese momento solo se hicieron dos, una en abril y otra en mayo, pero el centro seguía hacinado. Las protestas acabaron en un intento de motín en el que decenas de agentes de la autoridad intervinieron y que finalmente acabó con más de 30 detenidos. El suceso está en los juzgados.
Días más tarde, fue la propia justicia la que tumbó el confinamiento del CETI por limitar las libertades fundamentales, algo que solo se puede hacer bajo un estado de alarma.
Para evitar que el brote del CETI se propagase por todo el centro, se decidió, no sin polémica, alojar a los contagiados del centro en unas instalaciones deportivas en desuso en Altos del Real. Los vecinos protestaron contra la medida, pero han resultado ser útiles para confinar a contagiados provenientes de centros de acogida. Durante este verano solo se realizó un traslado desde la plaza de toros a la península y ha sido en este diciembre cuando se volvieron a activar. Para ello se puso en confinamiento a aquellos elegidos para salir de la ciudad, sin embargo, el CETI sigue por encima de su capacidad al igual que la plaza de toros.
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