Categorías: Sociedad

Azoteas del Rastro, entre grietas y cascotes

Inmuebles de la calle General Barceló muestran graves daños en sus partes más elevadas  “No nos hemos ido porque no tenemos otro lugar a donde ir”.

“Si ves mi casa, flipas. Me vas a preguntar: ¿Cómo puedes vivir aquí?”. Abdesamad habla conteniendo la indignación que le producen los desperfectos en su vivienda de la calle Echegaray, cercana a la zona del Rastro.
“Llamé a la Policía y ellos me pusieron en contacto con los Bomberos. Les di mis datos, la dirección, todo. Les dije: tengo la casa hecha polvo, estamos durmiendo en el coche, a ver qué solución me podéis dar”, relata este joven desempleado con esposa y tres hijos de corta edad a cargo.
Según Abdesamad, que vive en la planta más alta, la respuesta que su petición recibió fue que “hay mucha gente en espera”.
Aunque no cejó en su empeño y volvió a telefonear, la contestación siguió siendo la misma. “Y aún estoy esperando”.
El techo del cuarto de baño es la parte más dañada por los efectos del terremoto. Las grietas que lo surcan son prolongadas y en algún tramo forman auténticos agujeros. Es cierto lo que afirmaba Abdesamad unos minutos antes. Uno se pregunta cómo él y su familia pueden vivir ahí.

“Que vean que no les engaño”
“Quiero que vean las fotos para que sepan que no les engaño. A lo mejor hay otra gente que les engaña, pero yo no”, sostiene Abdesamad señalando otros desperfectos, como una jamba desprendida del marco de una puerta.
Su amigo Mohamed vive en la tercera planta de una edificación en la calle General Barceló. Varios  vecinos han abandonado sus casas, pero él y su familia no lo han hecho por una sencilla razón: “No tenemos otro lugar a donde ir”.
“A mi casa sí han venido los Bomberos y una asistenta social, pero dicen que no hay peligro”, explica Mohamed, cuya casa se encuentra en la tercera planta, justo debajo de una azotea con un aspecto desolador.
“Mira ahí arriba. Una parte de ese muro se cayó por el terremoto. Y la otra, la tuvieron que derribar porque se iba a caer”, explica este vecino mientras señala una barandilla que antes del temblor de tierra tenía más longitud que la que luce ahora.
En el resto de la azotea, paredes desconchadas y escombros amontonados sobre el suelo. “Con todo esto encima de mi casa, ¿cómo me pueden decir que es seguro quedarnos aquí?

 

Preparados para dormir en el coche

Saliendo del mercado del Rastro hacia la Carretera del Polvorín está la casa de Antonio. En distintas habitaciones se advierten grietas en el techo. “Ahora estamos más tranquilos, pero todavía tengo el coche preparado con mantas y ropa para mis hijos por si hubiera que volver a pasar la noche ahí”.

 

El riesgo de vivir bajo una azotea dañada

Prefiere no mostrar su rostro ante la cámara fotográfica, pero desea que se conozca su historia. Mohamed no representa más de 30 años, está casado y tiene una hija de apenas un año de edad. Sin trabajo y sin allegados en Melilla que puedan prestarle ayuda, vive con miedo a que el techo se desplome sobre su cabeza.
No es para menos, visto el estado en el que se encuentra la azotea del edificio, cuyas paredes reflejan los efectos devastadores del terremoto desencadenado el pasado lunes.
“Con todo esto así, no sé cómo los Bomberos me han podido decir que no hay peligro”.
Su edificio se encuentra en la calle General Barceló, en la zona de El Rastro más cercana al centro de la ciudad.
En la parte aledaña al mercado al aire libre de ese barrio, los efectos del terremoto han sido menores, según distintos vecinos consultados por El Faro.

 

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