El consejero de Turismo, Miguel Marín, ha anunciado que el Gobierno está dispuesto a colaborar con el sector hotelero para conseguir que los establecimientos estén a la altura de lo que Melilla espera en torno a su desarrollo turístico. Serán subvenciones directas que, según dijo, se sacarán de forma inmediata. Ello, después de haber mantenido una reunión con los hoteleros y conocer de primera mano sus principales necesidades que son, en definitiva, fundamentalmente dos: rehabilitar sus edificios para mejorar la oferta y que haya formación específica para los profesionales.
Marín dejó claro que el Gobierno está por la labor de contribuir a solucionar las demandas del sector porque entiende que es necesario dar mayor calidad a Melilla como destino turístico y en ese sentido hay que estar de acuerdo en que el visitante cada vez es más exigente y la ciudad debe estar a la altura de las expectativas que traen cuando vienen aquí buscando un fin de semana distinto para conocer una localidad poco reconocida a nivel nacional pero que encierra importantes atractivos históricos, arquitectónicos, culturales y gastronómicos, sin contar con una costa ideal para disfrutar de la playa.
Se está haciendo un trabajo interesante desde la Consejería de Miguel Marín para tratar de atraer turistas. Desde la financiación del 75% del coste de los billetes para los no residentes hasta los acuerdos con Málaga y la Junta de Andalucía, Turismo no para de sembrar, consciente como es de que la industria turística es uno de los ejes básicos del nuevo modelo productivo que el Partido Popular se plantea para Melilla. De ahí la prioridad en ofrecer ayudas porque también se ha ofrecido la posibilidad de establecer cursos de formación para la hostelería, de manera que aumente asimismo la calidad del servicio que se ofrece.
Lo que se necesita es que el Gobierno nacional tome nota de los esfuerzos que se están realizando desde el punto de vista presupuestario en la Ciudad Autónoma y haga realidad la declaración de Obligación de Servicio Público (OSP) para las líneas aéreas de Málaga y Madrid. Es uno de los objetivos que se plantea el Ejecutivo de Imbroda porque entiende que es la mejor forma de poner tope a los precios de los vuelos tanto para residentes como no residentes, lo cual facilitaría liberar a las arcas melillenses del coste que suponen los bonos turísticos, cifrado en 5 millones de euros en estos dos últimos años.
Melilla sigue pendiente, además, de que la Dirección General de Marina Mercante saque a concurso la licitación de las líneas marítimas de Málaga, Almería y Motril, paralizada como consecuencia de la ilegalidad de algunos de los aspectos recogidos en el pliego de condiciones y que echó atrás el Tribunal para la Competencia. Sería de desear que el Ministerio de Transporte tenga en cuenta la opinión de la Ciudad Autónoma y de la Autoridad Portuaria para establecer cuáles deben ser los requisitos que deberá cumplir la empresa que finalmente se haga con el citado y millonario contrato público.
Está claro que conseguir que Melilla pueda desarrollarse turísticamente es cosa de todas las administraciones. Por eso es imperativo que cada una de ellas asuma su papel y sus responsabilidades, y lo hagan pensando en el interés de la ciudad, que busca una supervivencia económica que le garantice estabilidad de cara al futuro.
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