Las posibilidades de que un avión de Helitt vuelva a aterrizar en Melilla son ínfimas, al menos como vuelo regular. El presidente de la aerolínea, Abel Pizarro, reconoció ayer a El Faro que la empresa atraviesa por serias dificultades y que lucha “para sobrevivir” operando con vuelos chárter. El motivo que el dueño de la compañía expone para justificar esta calamitosa situación es que han ‘volado’ siete millones de euros de la caja. Pizarro acusa directamente a su ex director financiero, al que atribuye un rosario de delitos. La retahíla delictiva va desde la falsificación de documentos al hurto, pasando por la malversación de fondos y la estafa. El presidente de Helitt pide cuentas a su ex empleado por todo ese dinero que, dice, se encuentra en paradero desconocido. Ayer comenzaron las explicaciones en el Juzgado de Instrucción 7 de Málaga. Allí estuvo declarando durante más de tres horas el ex alto directivo, según explicó su antiguo jefe a El Faro.
De todo ese lío judicial la conclusión para los melillenses es que la vuelta de Helitt a nuestra ciudad está descartada. Si se quiere dejar lugar para la esperanza, habría que creer en los milagros, porque Pizarro vincula la viabilidad de la aerolínea a la recuperación de todos esos millones extraviados. Pero cualquiera sabe que en este país nunca ha ocurrido un milagro semejante.
Al margen de las explicaciones del propio Pizarro, quienes conocen la sala de máquinas de Helitt afirman que la compañía creció de manera precipitada, dicen que unas veces sufrió el lastre de la inexperiencia y que en otras ocasiones a sus directivos les pudo la prepotencia. Hoy la plantilla de la aerolínea, que llegó a los 180 empleados, ha quedado reducida a sólo 25 supervivientes. Helitt no volverá, pero eso no significa que no siga habiendo opciones para compañías que sepan competir con paciencia por el mercado de Melilla con Air Nostrum.