Las autoescuelas de Melilla han dicho adiós a la crisis. El sector no está para tirar cohetes, pero ya puede respirar. Atrás quedan los años de recortes de plantillas o sueldos y ahora tienen por delante encontrar la oportunidad para subir los precios porque sacarse el carnet de conducir turismos (B) en Melilla cuesta unos 350 euros más tasas de Tráfico y examen. El de camión, que necesitan aquí aspirantes a bombero o metopas, cuesta 700 y no se paga por menos de 1.500 en la península.
Estos precios son los mismos que tenían hace diez años, comenta a El Faro Jesús Martínez, presidente de la Asociación de Autoescuelas de la ciudad. Lo ideal, explica, sería actualizar los precios aunque nunca estarán a la altura de los de la península porque allí hay IVA y aquí no. De momento eso es imposible porque incluso con las tarifas que tienen, hay alumnos que ponen pegas.
Como cada verano, la mayoría de los clientes de las autoescuelas locales son jóvenes de Melilla que estudian fuera y aprovechan el verano para sacarse el carnet de conducir. Si aprueban a la primera, lo consiguen en dos meses. Si tienen que ir a un segundo examen lo consiguen en tres o más.
Íñigo Ros, de autoescuela África, ubicada en la calle Ibáñez Marín, reconoce que las matrículas se han recuperado y están teniendo cada vez más altas de alumnos.
“Por lo que veo en las clases, nos hemos recuperado entre un 5 y un 10%. Ya desde el año pasado empezó a verse una mejoría”, dice al diario El Faro.
En la autoescuela África el ‘pack’ completo de matrícula, 10 clases prácticas, tasas de Tráfico y examen sale por 492,30 euros. Este precio incluye dos oportunidades para examinarse.
Para los que no se sacan el carnet a la primera, la autoescuela oferta bonos de 10 clases prácticas a 200 euros. Las clases sueltas se pagan a 25 euros.
La mayoría de los alumnos de la autoescuela África son mujeres (60%) melillenses, que están estudiando fuera de la ciudad.
Sobre el rigor de los examinadores, Íñigo Ros cree que no difiere mucho de lo que se puede encontrar en Málaga, por ejemplo. En ese sentido, no hay una doble vara de medir para Melilla. Él entiende que sean rigurosos porque sobre los examinadores y los profesores de autoescuelas descansa la responsabilidad de formar a conductores para evitar accidentes.
“Yo le digo a mis alumnos que lo que llevan en sus manos es una máquina de matar, que no solamente puede matar a otra persona sino también a ellos mismos”, apunta Ros.
Con optimismo reconoce que la crisis la han dejado atrás. “No hay crecimiento grande año tras año, pero la mala racha del período de 2010 a 2012... Eso ya ha pasado”.
Durante esos años duros de la crisis tuvieron que despedir a la mitad de la plantilla y encima poner precios atractivos para cubrir gastos de nóminas. “A veces te daban ganas de dejarlo, pero seguimos y aquí estamos”.
Ahora tienen tres profesores (dos durante al crisis), dos administrativos (uno en la crisis), más el propietario.
Fina Sánchez, de la autoescuela Vial Centro de Formación, es algo más cauta al hablar de la recuperación económica, pero reconoce que ya llevan un tiempo “en que la cosa va mejor”.
Ella coincide en señalar que casi todos sus clientes son jóvenes de Melilla que estudian fuera y para ellos tiene preparados una variedad de precios. El estándar es de 512 euros e incluye 10 prácticas, tasas y exámenes. Está satisfecha porque tiene un alto porcentaje de aprobados a la primera.
Consultada por El Faro sobre los años de la crisis, Fina Sánchez admite que aguantó con la plantilla que tiene para no mandar a nadie al paro, pero les tuvo que reducir la jornada. “Se pasa mal. Había que hacer pagos y te veías apurada”. Por eso ahora no ha contratado a nadie porque ha conseguido mantener a los suyos durante los años difíciles.
Desde el año 1999, Fina Sánchez tiene dos autoescuelas en Melilla y no piensa ir a más sino en consolidar lo que tiene. No obstante, no descarta contratar a más profesores de aquí en adelante.
Con el respiro que le ha dado la recuperación económica ha aprovechado para modernizar la flota de coches. “El año pasado compré un Audi, dos Volkswagen Golf y un tráiler. Este año quiero comprar otros dos Volkswagen Polo”.
Lo hace, dice, porque los coches hacen falta porque no puede permitirse parar por averías.
Por eso, cuando habla de crecer, se refiere a aumentar plantilla. Con lo que tiene, está bien, al menos de momento. Los años duros de la crisis ya son cosa del pasado, pero todavía no está la situación como para lanzar las campanas al vuelo. La crisis ha sido tan reciente que da vértigo mirar atrás.
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